Como vimos, Fidel Castro había inclumplido sistemáticamente los compromisos económicos con la URSS y se había opuesto a la política exterior soviética. Ello motivó al Kremlin a eliminarle los suministros desde 1968**.
En enero de 1972, Castro fue de rodillas a Moscú, dispuesto a darle a los soviéticos lo que le pidieran a cambio del restablecimiento del subsidio ruso a su gobierno. El Politburó le exigió entonces al líder cubano la entrega total de la Isla bajo la forma de su integración al bloque de colonias soviéticas de Europa del este. Así, el derrotado comandante regresó a la Isla con un paquete de medidas dirigido a la implementación de este proceso.
Para la sovietización de Cuba, Fidel Castro debía dar varios pasos. El primero era la restructuración del Partido a imagen y semejanza del partido comunista de la URSS***. El segundo consistía en la imposición de una constitución de la república clonada de la soviética****.
El tercer y último paso para la sovietización completa de Cuba sería la formación de la Asamblea nacional del Poder popular en 1976 como órgano legislativo unicameral y la legitimación de Fidel Castro como máximo representante del gobierno comunista. Sin embargo, la operación estaba muy lejos de ser sencilla.
En 1976, lo largo de los 17 años de revolución, el pueblo había experimentado frustración tras frustración junto a la reducción de sus libertades y el aumento de sus carencias y miserias. La lucha contra la oposición interna y las agresiones del "imperialismo" había terminado a mediados de los sesenta. Desde entonces, la situación económica y material de la población fue empeorándose con el fracaso de cada nuevo experimento económico y social. Ello iba en proporción directa al aumento de la represión y el aislamiento total del exterior.
El arsenal de promesas del Comandante en Jefe se agotaba a medida que tanto el cumplimiento como el incumplimiento de cada una de ellas resultaba en el empeoramiento de la situación del país. El fracaso de la zafra de los 10 millones de toneladas en 1970 –en torno a cuyo cumplimiento, Fidel Castro había levantado expectativas supremas- había sido la tapa al pomo.
Como era lógico, la apatía del pueblo hacia la revolución castrista creció en progresión geométrica con las decepciones. Desde la "ofensiva revolucionaria" del 68, los cubanos protagonizarán una huelga de brazos caídos que ni una brutal ley contra la vagancia será incapaz de combatir hasta nuestros días.
Puede decirse que, a mediados de 1976, el carisma y el prestigio del comandante en jefe se hallaban en su más bajo nivel.
Su ego metagaláctico y la experiencia le dictaban al Comandante en jefe que no podía permitirse una "elección" de su persona para los máximos cargos del país como una mera pantomima más, semejante a todos los eventos recientes como el Congreso de educación y cultura, el XIII Congreso Obrero, el Primer Congreso del partido y la proclamación de la Constitución socialista.
El comandante en jefe necesitaba desesperadamente un factor de unidad nacional extraordinario que lo situara de nuevo en la cumbre del liderazgo nacional en el momento de su proclamación oficial.
La experiencia le había enseñado que un verdadero líder necesitaba un gran escenario con la mayor cantidad de espectadores posibles en el paroxismo del arrebato. Su entrada en la Habana en 1959, los entierros de las víctimas de la explosión del carguero francés La Coubre en marzo de 1960 y del bombardeo a los aeropuertos cubanos en abril de 1961; la creación de los CDR en la noche de las 100 bombas de septiembre de 1960; la velada solemne por la muerte del Che Guevara en 1968 y el recibimiento de los pescadores "secuestrados" en 1970 habían sido sus momentos de gloria en los que había movilizado la nación casi entera incluso contra sí misma. En tales ocasiones, su enrevesada y encendida facundia había logrado encandilar nada menos que a una raza tan sarcástica y perspicaz como la cubana.
El factor de unidad nacional que necesitaba Fidel Castro antes de las elecciones de 1976 debía ser de tal magnitud que obviara todas las frustraciones e infortunios sufridos por los cubanos bajo su gobierno y reviviera las glorias de la década pasada. Y, ese detonante de la unión nacional sólo podría provenir de un gran golpe del "enemigo", que evidenciara una vez más su condición de líder patrio y de comandante en jefe de la plaza sitiada en que había transformado la nación. Por desgracia, tras la crisis de los misiles de 1962, los EE.UU. habían pactado con los soviéticos la no agresión a Cuba. A Fidel Castro se le agotaban los enemigos.
"Casualmente", desde el regreso de Fidel Castro en 1972, las "agresiones" de sus opositores del exilio cubano –tan necesarias para su caudillaje- se habían revitalizado. Las mismas habían ido decayendo hasta casi desaparecer a finales de los 60, erosionando su liderazgo. Sin embargo, desde que comenzó el proceso de sovietización de Cuba, los atentados contra embajadas y oficinas del gobierno cubano en Europa y América latina se fueron incrementando hasta ser casi cotidianas en 1976.
Después de la proclamación -en la fecha patria del 24 de febrero de 1976- de la 12ª República establecida por la Constitución socialista, fue creada la Comisión electoral del Partido. Esta, tras organizar las asambleas de proposición de candidatos a delegados del poder popular, había programado las elecciones para el 10 de octubre –otra fecha patria- de ese mismo año*****. En realidad, el pueblo se había resignado a su suerte y poco le importaba ya que Fidel Castro hiciera elecciones o cantara en la ópera china de Zanja.
Sin embargo, la suerte de los malvados resulta siempre sospechosamente favorable.
Cuatro días antes de las eleccionesa, a Fidel Castro le cae literalmente del cielo –o lo derriba de una pedrada- el tan ansiado factor de unidad nacional.
El 6 de octubre de 1976, el vuelo 455 de la empresa Cubana de Aviación, que viajaba de Barbados a la Habana vía Jamaica, estalla en pleno vuelo con 73 personas a bordo.
Inmediatamente tras el sabotage del BC-8 cubano, la propaganda castrista enloquece, llamando a cerrar filas en torno a la revolución, el socialismo y el comandante en jefe.
La muerte de todo el equipo nacional de esgrima, un grupo de adolescentes que acababa de triunfar en una competencia de nivel mundial, hirió profundamente al pueblo cubano, independientemente de sus sentimientos hacia el gobierno. Nadie en Cuba podía entender cómo alguien pudiera cometer semejante crimen.
Las elecciones del 10 de octubre de 1976 se transformarán en un aplastante éxito de apoyo popular. Cuatro días más tarde, las autoridades venezolanas anuncian la detención de los pretendidos autores intelectuales del hecho, los exiliados cubanos Luis Posadas Carriles y Orlando Bosch. Al siguiente día, el 15 de octubre, en la Plaza de la Revolución, los organos de propaganda del régimen cubano reunirán a más de un millón de cubanos para rendirles tributo a las víctimas del sabotaje de Barbados. En este acto, Fidel Castro aprovecha para erigirse como el máximo representante de la pena y la indignación nacional, declamando aquel versito cursi de "cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla" que hará clamar de dolor y rabia a todo un pueblo. Dos días más tarde, el domingo 17, se realiza la segunda vuelta de las elecciones con la misma participación popular.
Durante las siguientes semanas, la maquinaria propagandística aprovechará todos los ángulos del hecho, sobre todo la actitud de ciertos grupos de la oposición del exilio cubano en Miami. Este, desde 1959, había sufrido continuos fracasos en su lucha contra la tiranía de Fidel Castro y un profundo aislamiento internacional dado el apoyo a la dictadura de todos los enemigos latinoamericanos y europeos de los EE.UU. La única razón de su existencia era la oposición a todo lo que representara a la dictadura castrista y, por contraposición, el apoyo a todo lo que se le opusiera a este. Inmediatamente, algunos grupos del exilio vieron a los presuntos terroristas cubano-americanos como los héroes que tanto había esperado. Ello le dio a Fidel Castro otro motivo para demonizar a su oposición en el exilio ante el pueblo de Cuba y la opinión pública mundial, justificando su liderazgo y la condición de plaza sitiada de la Isla.
El 2 de diciembre de 1976, seis semanas después del sabotage de Barbados, se conmemoraba el vigésimo aniversario del desembarco de Fidel Castro del yate Granma en costas cubanas para comenzar la lucha guerrillera contra la dictadura de Batista. Como es lógico, semejante acontecimiento ya había sido convertido en fecha patria magna por la propaganda castrista. Era la conmemoración idónea para que la flamante Asamblea Nacional la "elegiera" para la proclamación, en sesión solemne, de Fidel Castro como presidente de los Consejos de estado y ministros, y Comandante en jefe de las Fuerzas armadas. Semejante proclamación -que se sumaba a la de secretario general del Buró político por el congreso del partido- "legalizaba" el monopolio absoluto de Fidel Castro sobre el poder en Cuba. El tirano lograba así todos sus objetivos: a saber, la entrega total de la Isla a los soviéticos bajo el disfraz del nacionalismo extremo, la legalización de su gobierno unipersonal, la justificación de su liderazgo, la demonización de sus enemigos y, lo más importante, la restauración del subsidio soviético que tanto necesitaba dada su absoluta incapacidad como administrador y la ineficiencia intrínseca de los gobiernos y las economías comunistas.
En fin, nadie sabe para quién trabaja o, quizá, nadie sabe para quién trabajan algunos.
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*Este es el último comentario de la serie ininterrumpida sobre las elecciones, las estructuras de poder y la sovietización de Cuba por Fidel Castro que comenzamos en este blog con el escrito titulado "Democracia a lo soviético" el 21 de abril de 2010.
**Ver en este blog el comentario titulado "Omnipotencia y omnisciencia del Partido Comunista" del 27 de abril sobre el Partido como la estructura oculta del poder absoluto del gobierno comunista.
***Ibídem.
****Ver en este blog el comentario titulado "El Fraude de la 12ª República de Cuba" del 11 de mayo sobre la imposición en Cuba de una constitución copiada de la soviética para convertir al país en colonia de la URSS.
*****Ver en este blog el comentario anterior titulado "Elecciones a la cubana" sobre el control estricto del partido comunista sobre el proceso electoral cubano.