Un fantasma recorre el mundo, es el espectro de Fidel Castro.
Sólo quien
no conozca a fondo la historia política de Fidel es capaz de creer los cuentos
que propalan los medios internacionales. Estos, incluso los más
"críticos" al gobierno cubano, son propensos a aceptar
"inocentemente" (bien entre comillas) cuanto digan los órganos
propagandísticos y los representantes del régimen de la Habana.
La cúpula
cubana es tan impenetrable a la libre información que es imposible comprobar
cosa alguna sobre el verdadero estado de salud del anciano dictador.
El gobierno
cubano siempre ha representado el sainete de que Cuba es una plaza sitiada por
el "imperialismo" norteamericano y sus "secuaces", cualesquiera
que sean. En este sentido, desde que Castro enfermó, se ha esgrimido el
argumento de que la salud del comandante en jefe es el más alto secreto de
estado, dado que su figura, su prestigio y su credibilidad son los mayores
tesoros y la principal salvaguarda de la revolución.
Para que se
tenga una idea de los motivos del régimen cubano, la principal acusación contra
los encartados de la causa número uno de 1989, liderados por el General Arnaldo
Ochoa y el coronel Tony de la Guardia, no fue el tráfico de drogas, armas y
otros delitos, sino precisamente "atentar contra la credibilidad del
Comandante en Jefe". Semejante pecado no podría merecer otra pena más que
el fusilamiento sumario, inmediatamente después de terminarse un pretendido
juicio. Este, en realidad, no fue tal pues la condena ya estaba dictada mucho antes
de comenzar el mismo. Fue, en realidad, un show propagandístico para el
descargo de responsabilidad de Fidel Castro, quien había ordenado todas las
acciones de los acusados pero fue advertido por “no se sabe quién” de que la
DEA norteamericana le estaba siguiendo los pasos. Esto sólo es un pequeño
ejemplo del significado dado por Fidel Castro a su "intransigencia
revolucionaria" y su "fidelidad a sus principios".
Veamos
cuales son los "principios" con respecto a los cuales Fidel Castro ha
pretendido ser tan intransigente.
Primero,
consideremos el pretendido nacionalismo del comandante en jefe cubano y su supuesta
defensa a ultranza de la dignidad nacional.
Pretendidamente,
Fidel Castro dedicó todos sus esfuerzos por lograr la independencia de Cuba del
llamado estado neocolonial y dependiente con respecto a la injerencia y
dependencia de los Estados Unidos. Esto sonaría muy bien si, en nombre de esa
independencia, no le hubiera entregado el país completamente a los afanes
expansionistas soviéticos, convirtiendo la Isla en un portaviones ruso que amenazó
la paz y la sobrevivencia mundial durante la crisis de los misiles en octubre
de 1962. Castro convirtió a la Isla en el centro del espionaje
electrónico ruso en el hemisferio occidental, constituyendo la base de desestabilización de la región. Todo ello a costa de la total
sumisión económica y política al Kremlin, lo que condujo al país a un deterioro
y un aislamiento absolutos. Definitivamente, hubiera sido mucho más práctico
continuar con la "injerencia" americana, bajo la cual, Cuba había
llegado a ser uno de los países con la economía más pujante de América Latina.
En
definitiva, el nacionalismo ultra radical de Castro, en el fondo, no ha sido
más que su empeño por invertir todos los recursos del país, sin importar costos
o consecuencias, sobre todo humanas, para crearse una imagen mediática tal que llegara
a personalizar completamente la nación cubana y su pueblo ante la opinión pública
mundial.
Segundo, el
internacionalismo "proletario", el tercermundismo, el
latinoamericanismo y el noalineacionismo de Fidel Castro no fue más que otra de
sus manipulaciones mediática y otro de sus rejuegos políticos.
Castro
entrenó, infiltró, avitualló y apoyó cuanto movimiento terrorista y
desestabilizador que pudo en todos los rincones del mundo. Convirtió a la Isla
en el centro de comando de todos los grupos terroristas y narco guerrilleros en
todos los países de Latinoamérica y en buena parte de África y el
Medio Oriente. Ello ocasionó no pocas muertes, sufrimiento, destrucción y desestabilización
en amplias regiones del mundo hasta el día de su muerte.
Castro
logró con su "prestigio" desnaturalizar el Movimiento de Países No
Alineados al convertirlo en instrumento de la política Brézhnev para sus
aventuras en África, Medio Oriente y, sobre todo, Afganistán, país
desestabilizado hasta hoy día gracias al apoyo de Fidel Castro a la invasión
soviética a ese país. Algo parecido ocurrió con el papel que tuvo Castro en el
surgimiento de la época de la Violencia en Colombia. Su oscura participación en
el Bogotazo y su sospechosa cercanía al asesinato del líder nacionalista
Eliécer Gaitán fue su primera gran actuación como agente provocador
internacional.
No pocas
evidencias apuntan a que Fidel Castro entregó en bandeja de plata los líderes
más destacados del latinoamericanismo como Ernesto Che Guevara y Salvador
Allende. Se sospecha que Castro ordenó a los escoltas cubanos de este último -otra
vez los hermanos de la Guardia- que lo asesinaran cuando intentó rendirse a los
militares del General Pinochet durante el asedio al Palacio de la Moneda.
Lo más sospechoso
fue que, tanto a los “camaradas” cubanos del Che como a los “escoltas” de
Allende se les permitió salir respectivamente de Bolivia y de Chile sin problema
alguno bajo la mirada complaciente de los “rangers” bolivianos y de los
militares golpistas chilenos.
No pocos suponen
incluso que la mano de Castro, ya senil, estuvo tras la muerte galopante de su propio
protégé Hugo Chávez para poner a su hombre de mayor confianza, Nicolás Maduro,
al frente del gobierno en Venezuela, pilar vital para la existencia del régimen
cubano.
La historia
de las acciones internacionales de Fidel Castro es tan complicada, enrevesada y
truculenta que daría para escribir toda una biblioteca.
Tercero,
Fidel Castro se arrogó el papel del mayor líder populista de la historia. A
tanto se elevó ello que, a principios de la revolución, se le identificó con el
propio Cristo y, al devenir en un "ateo" comunista (sin dejar de
adorar los orichas africanos -el propio Oba nigeriano le puso la mano de Orula
en su cabeza- y con un médico espiritista a su cabecera como el connotado Dr.
Vallejo), pretendió reencarnar la mítica figura del "apóstol" (otro
rezago cristiano) de la independencia de Cuba, José Martí. Sin embargo, aprovechando
la leyenda del país convertido en "plaza sitiada", de las agresiones
del "más poderoso enemigo del mundo" -el "imperialismo" americano-
y el embargo norteamericano, Castro sumió al pueblo cubano en la esclavitud
generalizada. Ello lo logró a través de la apropiación, dilapidación y
deterioro de todas las propiedades y valores materiales de la Isla, de cercenarles
a los cubanos los más elementales derechos civiles y humanos, y sumirlos en la
mayor miseria, escasez, aislamiento y represión. Para ello, Castro suprimió
todas las sus instituciones y desterró todas las tradiciones del país y su
pueblo, permitiendo o imponiendo sólo aquellas que ayudasen o justificasen su
eternización en el poder absoluto.
Hay que
recordar que la sublevación popular contra el gobierno de Fulgencio Batista, en
la cual Fidel Castro fue un líder más, se concibió como la lucha contra un
poder dictatorial, corrupto e inconstitucional. El principal objetivo de la revolución
cubana era la restauración de la Constitución de 1940, que, aunque de
inspiración izquierdista, era la principal referencia de democracia y estado de
derecho en Cuba. Fidel Castro con sus confiscaciones y medidas políticas
provocó la guerra civil en el país y el pronto diferendo con los Estados
Unidos. Ello justificó la anulación de las elecciones y el cierre de todas las
antiguas instituciones democráticas, la confiscación de los medios informativos
y el establecimiento de la más estricta censura, gracias a la imposición de la
más férrea represión junto al estricto racionamiento de suministros y servicios
a la población.
Ahora bien,
dos son los eventos más importantes en la vida de Fidel Castro. En primer
lugar, bajo la consigna enunciada por él de "elecciones para qué", en
1959 se clausuró el Capitolio Nacional como sede de la Cámara de Representantes
y el Palacio Presidencial, dándose fin a 57 años de democracia en Cuba. En
segundo lugar, en 1960, Castro redactó la Primera Declaración de la Habana y
firmó el tratado comercial con la URSS, provocando la ruptura de relaciones
entre Estados Unidos y Cuba. Toda la ejecutoria política anterior y posterior
de Fidel Castro estuvo inspirada por la eliminación de la democracia en Cuba y
el enfrentamiento con los Estados Unidos. Ambas están íntimamente relacionadas.
Tal fue la
negativa de Castro al establecimiento de instituciones democráticas en el país
que, para que aceptara hasta la remota apariencia de institucionalización que
le exigían los soviéticos, fue necesario que estos le cortaran todo suministro
en 1970 y lo obligaran a ir de rodillas a Moscú en 1972 a suplicar su
restablecimiento. Aun así, Castro necesitó de la cobertura de la guerra en
Angola y una pretendida ola de "atentados" a las embajadas cubanas en
el mundo -que culminaron con el derribo del avión de Cubana de Aviación en
Barbados- para poder dar la cara y decir que, en vez de reponer la Constitución
del 40 y las elecciones democráticas, iban a imponer una constitución, unas elecciones
y un parlamento según el modelo soviético. (Ver el avionazo y Angola en el
blog). Tan pronto como Castro fue "elegido" presidente de todo en
Cuba por una amañada Asamblea Nacional, los "atentados" y
"agresiones" desaparecieron como por encanto.
Quien
conozca profundamente la vida y la sicología de Fidel Castro sabe muy bien que
este jamás aceptaría en vida el restablecimiento de sus más encarecidos logros,
a saber, las instituciones democráticas tradicionales en Cuba y las relaciones
diplomáticas normales con Estados Unidos. Sólo sobre su cadáver permitiría
semejantes cosas. Sin embargo, Castro siempre tuvo un Plan "B" alternativo
para sus propios planes "A". Y, desde muy joven, designó a su hermano
Raúl como su encargado principal de dar la cara en la realización de sus planes
"B".
Una de las
armas políticas de Fidel Castro ha sido la paranoia. Esta se ha manifestado,
por un lado, en su visión perspectiva de los acontecimientos, que ha
trascendido en mucho la de sus oponentes, y en la ambigüedad de sus tácticas y
estrategias políticas.
Castro
jamás dio un paso hasta asegurarse completamente de que su jugada daría los
resultados apetecidos. Por ejemplo, al inicio de su turbulenta carrera
política, nunca se manifestó abiertamente como afecto al comunismo.
Todo el
mundo en las esferas políticas en la Cuba de la pre y la postguerra -hasta el
comienzo de la guerra fría y la cacería de comunistas- era partidario o
jugueteaba con el comunismo. Era una especie de moda. Hasta los archienemigos
de Fidel Castro, como Fulgencio Batista y Rolando Masferrer, fueron militantes
o aliados de los comunistas.
A pesar de
tener las más estrechas relaciones con connotados comunistas como Alfredo
Guevara, Joaquín Ordoqui y otros, Fidel jamás se declaró como tal. Ese papel
correspondió a Raúl.
Fidel
designó a Raúl para que militara en la Juventud Socialista y hasta participara
en un Festival de las Juventud y los Estudiantes que regularmente hacía el COMINTER
moscovita poco antes del asalto al Cuartel Moncada en 1953. Es de destacar que,
durante este fallido ataque, Fidel situó a su querido hermanito en la posición
más segura en la azotea del Palacio de Justicia, bien lejos de los tiros.
Durante la
guerra de guerrillas en la Sierra Maestra, Fidel puso a Raúl a cargo del
Segundo Frente en la Sierra Cristal, en el patio de la finca paterna de Birán,
lejos de toda acción. Este destacamento era la agrupación de los comunistas de
la guerrilla, rechazados por el resto del ejército guerrillero. El Segundo
Frente era, sobre todo, la puerta trasera del llamado Ejército Rebelde en las
relaciones con el Partido Socialista Popular, estigmatizado de la vida política
desde que comenzara la cacería macartista en EE.UU.
Hasta que
los comunistas cubanos no aseguraron el secreto y total apoyo de Moscú a Fidel
Castro, no fue que este permitió que aquellos se le acercaran a través de esa
puerta trasera resguardada por Raúl. Así fue como uno de los más connotados
dirigentes comunistas cubanos, Carlos Rafael Rodríguez, llegó y permaneció bien
cerca del Comandante guerrillero desde 1958 hasta su muerte, poco después de la
caída del bloque comunista.
Tras el
triunfo la revolución, Raúl ha sido el vocero de todo aquello que Fidel
necesitaba decir o hacer pero que pudiera empañar su "prestigio".
Raúl jamás
ha hablado en su nombre o por propia voluntad. Las escasas ocasiones en que se
le ha ocurrido hacer algo semejante le ha costado años lejos de los micrófonos
y la vida pública.
Raúl fue el
encargado de levantar las acusaciones contra el Ochoa y la Guaria.
A pesar de
que Fidel y él mismo se habían desgañitado durante años exigiendo a los
americanos la devolución del territorio guantanamero al gobierno cubano, tras
los atentados del 9/11, Raúl fue quien le dio públicamente todo el apoyo a los
EE.UU. para garantizar la seguridad de la prisión de los terroristas en la base
de Guantánamo. Y, es evidente que no fue algo de su propia inspiración.
El
pretendido "traspaso" de poderes a Raúl por Fidel tras la enfermedad
de este ha constituido un interregno político estéril, con casi el absoluto
mutismo de Raúl bajo la aún férrea mano de su gran hermano desde su senil lecho
de convalecencia/moribundez.
Las tan
cacareadas "reformas" de Raúl no han sido más que reediciones de las
pretendidas "liberalizaciones" permitidas y cercenadas repetidamente
por su hermano en 1981 y 1993. La tibia
adición de la permisión de la venta de casas y autos no ha sido una
"reforma" sino una táctica del gobierno castrista para obtener
ganancias de grandes mansiones y carros de colección confiscados y restaurados
con recursos del estado, única entidad en Cuba con posibilidades para ello, cuya
venta se realiza a través de agentes del gobierno, camuflados de
"particulares" para dar la apariencia de una
"liberalización".
Básicamente,
sólo Raúl estaría autorizado para negociar un restablecimiento de las
relaciones con los Estados unidos sin ser considerado como un traidor a los
"principios" de Fidel Castro. Raúl Castro, así, es el único posible
albacea de la herencia y la última voluntad voluntarista (valga la redundancia)
de su "Gran Hermano".
Quien
conozca profundamente la sicología y la actuación de Fidel Castro, sólo pude
coincidir conmigo de que su personalidad hiperautocrática y superparanoica no
le permitió dejar de gobernar hasta después de su muerte.
Estoy seguro
que, como hizo el dictador Francisco Franco en España -gallego fascista como
él-, Fidel planificó todo para que lo inevitable sucediera según sus términos.
En este sentido, el primer indicio de la muerte de Fidel Castro son las
primeras negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, mediadas por los grandes
amigos de Castro, a saber, Canadá y el Vaticano.
Fidel Castro
jamás hubiera permitido la más mínima negociación de restablecimiento de
relacione con EE.UU. en vida. De hecho, cada vez que un presidente americano se
ha propuesto iniciar alguna gestión en ese sentido, Castro ha puesto los más
insalvables obstáculos para evitar que dichas gestiones llegaran a
cristalizarse. Recordemos los esfuerzos del presidente Ford, frustrados por la
invasión cubana a Angola, o los de Carter, destruidas por el éxodo masivo de
1980, o los de Clinton, cortados por el derribo de las avionetas de los
Hermanos al Rescate fuera de las aguas territoriales cubanas.
Una mirada
superficial a la historia nos enseña que los gobiernos totalitarios acostumbran
a ocultar y manipular la información sobre sus líderes.
Los
soviéticos ocultaron durante meses las muertes de Lenin, Stalin y Brézhnev. Los chinos hicieron lo mismo con el deceso de
Mao Zedong y los norcoreanos, con los sucesivos representantes de la dinastía
Kim. ¿No harían los cubanos lo mismo, sobre todo si se trata nada menos que de
Fidel Castro, el líder más longevo, mediático y controversial de la historia?
Es por ello
que me atrevo a asegurar que Fidel Castro no sólo ha muerto sino que ya había
muerto antes de comenzar las "negociaciones" (sí, entre comillas)
para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.
Lo mismo sucedió con la precipitada restauración del Capitolio Nacional para
volver albergar el parlamento cubano el próximo mes de marzo. Y todo ello jamás
se hizo a espaldas o aprovechando la muerte de Fidel Castro, todo lo contrario.
Estoy
convencido de que Fidel Castro en
persona estableció en su testamento con precisión y en pleno uso de sus
facultades que tanto las negociaciones con Estados Unidos como la restauración
del Capitolio Nacional se realizaran como parte de los inevitables funerales de
su cadáver junto con los de los "principios" que pretendidamente “defendió”
durante su larga y turbulenta existencia.
Fotos
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https://canariaselmundonoticias.wordpress.com/2014/04/21/foto-de-fidel-castro-muerto-en-abril-2014/
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http://unidosporcuba.com/fidel-castro-a-muerto/
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2. http://www.sarpanet.net/2011/09/01/el-rumor-del-comandante-fidel-castro-muerto-invade-las-redes-sociales/#.VLGYg003Ozk
La momia de
Fidel Castro:
http://opencuba.blogspot.com/2014/07/fidel-castro-ha-muerto.htmlhttp://opencuba.blogspot.com/2014/07/fidel-castro-ha-muerto.html