Hace pocas semanas, comentábamos que las agencias noticiosas como la española EFE y France Press, al cubrir las recientes elecciones en Cuba, repitieron el cliché de la propaganda castrista de que el Partido no escoge los candidatos a delegados y diputados al llamado "Poder popular". .
No es necesario arañar demasiado la superficie propagandística del régimen cubano para comprender que el Partido controla cada paso, cada rincón de la vida de la Isla por insignificante que sea*.
El proceso electoral cubano no es una excepción. Todo lo contrario. El partido toma especial cuidado en el control absoluto del mismo desde su base porque es uno de sus instrumentos fundamentales de propaganda.
El objeto de las elecciones en Cuba está muy lejos de buscar la representación popular en la asamblea legislativa ni la elección de los máximos puestos políticos de la nación. Su único fin es ocultar el verdadero carácter dictatorial, arbitrario e inconsulto del gobierno de Fidel Castro.
En primer lugar, la comisión electoral nacional pertenece al Consejo de Estado, cuyos integrantes todos son miembros del Comité central del partido comunista. Esta comisión es la que convoca a las elecciones, organiza los colegios electorales y es el canal por donde fluyen las cifras de estos a las instancias nacionales.
El llamado Poder Popular en Cuba tiene una estructura muy similar a la de los soviets rusos surgidos durante la revolución rusa de 1905, impuestos por Lenin al triunfar la revolución de octubre de 1917 y remodelados por Stalin para perfeccionar su poder absoluto.
La Constitución socialista de 1976 dividió administrativamente el país en 14 provincias de las 6 que existían originalmente. Cada provincia, a su vez, está dividida en poco más de 10 municipios, lo que hacen 169 municipios nacionalmente. Y, cada municipio está dividido, a su vez, en varias circunscripciones que suman poco más de 600 en todo el país.
Con excepción de la circunscripción, cada instancia de la administración nacional tiene una asamblea del poder popular, a saber, la Asamblea municipal, la Asamblea provincial y, en su cúspide, la Asamblea nacional, el pretendido órgano legislativo de la nación.
A partir de la modificación de 1992 a la Constitución socialista de 1976, la elección de los delegados a las asambleas municipales y de los diputados a la Asamblea nacional (el órgano legislativo del país) se realiza directamente en las circunscripciones.
A nivel de circunscripción, el proceso eleccionario cubano-soviético tiene tres etapas. Primero, la proposición de los candidatos a delegados y diputados en las asambleas de las circunscripciones. Segundo, la divulgación de las biografías de los candidatos en lugares públicos y, tercero, la elección propiamente dicha.
Las asambleas de proposición de delegados a las asambleas municipales y diputados a la Asamblea Nacional se semejan en su forma a la democracia directa de las comunas suizas. Sin embargo, todo es pura apariencia.
Es difícil escapar a las reuniones del poder popular.
Los Comités de defensa de la revolución (los tristemente célebres CDR) tienen la tarea de informar a los centros de trabajo y de estudio –así como a las organizaciones revolucionarias- las ausencias de cada ciudadano a las asambleas de su circunscripción. Esta información es, además, sistemáticamente asentada en el expediente secreto que tiene cada cubano sin saberlo en los archivos del Departamento de seguridad del estado. Es por ello, que la mayoría de las personas asisten a las mismas para evitar cualquier perjuicio a su status laboral, a su carrera o a sus escasísimas posibilidades de progreso personal.
Antes de la asamblea de proposición de candidatos a delegados y diputados del Poder popular, el núcleo del Partido de cada circunscripción electoral deberá reunirse en secreto para escoger los candidatos "idóneos" (por su sumisión al régimen) para que sean propuestos por distintos militantes bajo la apariencia de iniciativa personal de los mismos. Sin embargo, todo el mundo sabe en la asamblea que son las propuestas del Partido y nadie se atreverá a contradecirlas.
Puede que haya un resquicio en el sistema electoral gracias al cual una asamblea aproveche el método de mano alzada para aprobar un candidato que no sea del agrado del Partido. Esto no es gran problema. El núcleo del Partido y el delegado del Ministerio del interior se encargarán, muy en privado, de hacerle "una proposición irresistible" al candidato no deseado para que renuncie a su candidatura, la cual aceptará este sin discusión.
El segundo paso de las elecciones de delegados y diputados al poder popular es la divulgación pública de las biografías de los candidatos. Estas se pondrán a la vista en cada lugar público de la circunscripción correspondiente
Se entiende que los delegados a las asambleas municipales y provinciales del poder popular deberían velar por los intereses de sus electores, más aún, si son los diputados a la Asamblea popular, el órgano legislativo de la nación. Es por ello que la información sobre los candidatos debería detallar sus respectivas plataformas políticas. Sin embargo, desde su creación en 1976, ningún candidato jamás ha dicho una palabra a sus electores sobre sus propósitos al ser elegido.
Ningún candidato a diputado de la Asamblea nacional jamás ha mencionado siquiera la intención de proponer o vetar una ley en beneficio de su electorado.
La información que recibe el electorado sobre un candidato al poder popular se refiere exclusivamente a la incondicionalidad del mismo a la revolución, al Partido y al Comandante en jefe. Eso es lo que se mide a la hora de su elección. Sólo eso.
A la larga, todos los cubanos saben que es completamente indiferente a quién se elija. Siempre serán propuestos y "elegidos" aquellos candidatos que respondan sin discusión a los mandatos del Partido antes que a los intereses de sus electores.
Finalmente, llega el día de las elecciones. Estas se realizan los domingos para que puedan acudir la mayoría de los votantes.
El colegio electoral se sitúa en la casa de algún militante del Partido de la circunscripción arreglada para semejante ocasión.
Es práctica general que los militantes del Partido de la circunscripción acudan a las casas de los votantes morosos y los escolten "amablemente" a los colegios electorales para obtener el índice de asistencia requerida por los órganos partidarios superiores.
Una vez en el colegio, el votante es recibido por la mesa de la comisión electoral local, la cual asienta en una lista su nombre con su número de carnet de identidad, documento obligatorio en Cuba y le entrega la boleta de elección.
La boleta sólo tiene los nombres de los candidatos con una casilla al lado donde se debe marcar el candidato "preferido"
Al recibir la boleta, el votante debe entrar en un recinto hecho con mamparas improvisadas con una cortina en la entrada para "asegurar" la privacidad al momento de llenar la boleta.
Muchos votantes, para cumplir con la formalidad, marcan la casilla del primero que encuentran. Otros, más arriesgados, las marcan todas o no marcan ninguna o, simplemente, marcan más de lo solicitado para que la comisión anule la boleta si muchos problemas. Los más osados escriben lo que se les ocurre, desde garabatos, hasta consignas contra el gobierno e insultos soeces.
Al salir del recinto cerrado, el votante se dirige a la urna electoral, escoltada por dos niños en uniforme escolar con la pañoleta de pionero comunista, donde introduce su boleta doblada.
Al final de la jornada electoral, la Comisión electoral de la circunscripción –integrada por militantes del partido de la zona- abrirá ante testigos –otros militantes de la zona- la urna electoral y comenzará el conteo de votos. Sólo se tomarán en cuenta las boletas que marquen la cantidad de candidatos establecida. El resto, serán declaradas anuladas. El presidente del colegio electoral simulará la lectura del conteo de votos.
En los días del maleconazo de 1994 cuando la mayoría del pueblo esperaba la caída del régimen castrista y llenaban las boletas electorales de consignas contrarrevolucionarias e insultos soeces, las cifras siempre resultaban favorables para el gobierno. Esto sólo se lograba adulterando las cifras desde el mismo colegio electoral de la circunscripción. Sin embargo, poco importan las cifras de un colegio aislado.
Lo importante para la propaganda castrista son las cifras globales-
Las verdaderas cifras de los resultados electorales circularán secretamente por los canales internos del partido con carácter de secreto de estado. Sin embargo, si las cifras son muy chocantes para el Comandante en jefe, las instancias inmediatamente inferiores las adecuaran al estado de ánimo de este.
Al final de todo el proceso electoral, las cifras de las elecciones siempre demostrarán un apoyo popular aplastante al régimen y los delegados y diputados serán indefectiblemente ultraoficialistas. Esto regocija siempre los amantes del gobierno de Fidel Castro, sobre todo extranjeros, quienes nunca dudarán de cantidades de participación y aprobación popular que exceden en mucho las de los verdaderos países democráticos, demostrando la "superioridad" de la "democracia socialista" sobre la "capitalista".
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*Ver en este blog el comentario del 27 de abril de 2010 OMNIPOTENCIA Y OMNISCIENCIA DEL PARTIDO COMUNISTA
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