Como ya hemos dicho*, en el mes de enero de 1972, Fidel Castro, tras soportar en Moscú una de las humillaciones más graves de su vida, regresó a Cuba con la encomienda de transformarla en colonia soviética. Esta era la condición sine qua non para recuperar el subsidio ruso que había perdido por su incapacidad para cumplir con los compromisos contraídos con la URSS a principios de los 60.
Para consumar las exigencias del Kremlin, en primer lugar, Fidel Castro debía establecer una constitución semejante a la soviética, con la previa restructuración del partido, la verdadera estructura del poder comunista, como ya hemos explicado**.
La instauración de una constitución foránea en Cuba era harto complicada para Fidel Castro.
Generalmente, las revoluciones son producidas por grandes catástrofes económicas y sociales. En cambio, la revolución cubana de 1959 se produjo en los momentos del mayor auge económico que jamás haya experimentado la Isla.
El principal motivo de la revolución contra la dictadura del general Fulgencio Batista consistía en que este había derribado la 9ª República - instaurada por la Constitución de 1940- con su golpe de estado de 1952.
La constitución de 1940 era considerada como la más avanzada del mundo y el resultado supremo de las 8 repúblicas cubanas anteriores, a saber, las 4 repúblicas en armas contra el colonialismo español, 1 autonomista, 1 intervenida por los norteamericanos y las 2 surgidas durante el llamado período republicano. Sin embargo, ello era pura mitología política inventada por los opositores del gobierno de facto de Batista. En realidad, los tres gobiernos que rigieron bajo la 9ª República (entre los que se contaba un término presidencial del propio Batista apoyado por los comunistas) fueron harto corruptos y, permitieron una violencia política sin precedentes en la Isla.
Fulgencio Batista había instaurado su odiada 10ª república por medio de un golpe de estado y la imposición de la Ley constitucional de 1952, con la que derogó la Constitución de 1940 y muchos de los derechos civiles. Ello provocó la ira de todas las tendencias políticas opositoras que deseaban el retorno a la república precedente. Es en esta lucha que Fidel Castro se destaca como el líder indiscutible de los propósitos nacionales. Sin embargo, una vez en el poder, Castro pondrá todos los obstáculos posibles para evitar la reinstauración de la Constitución de 1940, aprovechando el desmantelamiento de las instituciones democráticas por el gobierno de su predecesor.
A poco más de un mes del triunfo revolucionario, Fidel Castro aceptará la instauración de la 11ª república provisional a través de la Ley fundamental de 1959. Este era un pretendido paso previo a la reinstauración de la derrocada 9ª República. Sin embargo, Castro tenía otros planes bien distintos.
Desde su ascenso al poder, Fidel Castro provocó continuas turbulencias políticas debidas a las confiscaciones masivas de propiedades -disfrazadas de profundas medidas populares- y al meteórico diferendo con los EE.UU., camuflado por el extremismo nacionalista. Estos le permitieron lanzar la oportunista consigna de "¿Elecciones para qué?" bajo la justificación de que los enemigos del pueblo y la Patria utilizarían las campañas eleccionarias y las urnas para subvertir la revolución.
Durante 13 años, Fidel Castro prohibió mencionar siquiera la Constitución de 1940, elecciones, división de poderes, asamblea constituyente, parlamento o cualquier otra cosa que atentara contra su poder unipersonal absoluto. No fue hasta su regreso de Moscú en enero de 1972 que habló de la necesidad de una nueva constitución.
Para enmascarar el hecho de que debía imponer al país una copia de la constitución soviética, Castro crea una comisión de "estudios jurídicos" con el pretendido propósito de "buscar las bases para redactar una nueva constitución". Para endulzar la píldora, al frente de la misma pondrá a Blas Roca, uno firmantes de la mítica constitución del 40.
Blas Roca era un personaje de absoluta ambigüedad política. Antiguo secretario general del Partido Socialista Popular, siguiendo las órdenes del KOMINTERN, había apoyado indistintamente a Fulgencio Batista y a Fidel Castro, además de haberle entregado a este último el partido comunista en forma inconsulta. Ello trasgredía todas las reglas y estatutos del viejo partido comunista lo que provocó no pocos disgustos y conflictos entre muchos de sus dirigentes y militantes.
El 22 de octubre de 1974, el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros y el Buró Político del Partido Comunista de Cuba –que estaban constituidos casi por los mismos miembros- adoptaron crear una comisión mixta del Partido y del Gobierno –el mismo perro con dos collares distintos- con el objetivo de preparar y redactar un anteproyecto de constitución. Al frente de la misma, estará nada menos que el mismo camarada Blas Roca, que, por demás, estaba muy lejos de ser, no ya abogado, sino ni siquiera amanuense de juzgado.
Sin mediar asamblea constituyente alguna - donde los representantes populares discutieran el cuerpo de la nueva ley fundamental- la "comisión redactora" le entregará, con la solemnidad de los grandes fraudes, el anteproyecto de constitución al Comandante en Jefe. Este, con la misma rimbombancia, ordenará su "discusión" popular inmediata.
Según los órganos de propaganda del régimen cubano, durante el proceso de discusión pública del anteproyecto de constitución socialista, participaron 6.216.981 personas que propusieron 12.883 modificaciones, 2.343 adiciones de contenido constitucional, así como 84 solicitudes de aclaraciones. Para un documento de escasas 40 páginas, todo ello lo hubiera cambiado radicalmente. Sin embargo, el proyecto de Constitución socialista saldrá de este proceso casi intocado, con el cambio esporádico de una que otra frase intrascendente para darle un toque tropical y nacionalista al gélido tono siberiano de la constitución soviética.
El 29 de diciembre de 1975, en las conclusiones del Primer Congreso del Partido, se darán a conocer los "resultados" de la "discusión pública" del anteproyecto constitucional y se promulgará la Ley No. 1299, según la cual, este se sometería a la aprobación popular en un Referéndum nacional a realizarse el 15 de febrero de 1976.
A partir del momento en que se llamó al Referendo Nacional para aprobar la Constitución socialista, la comisión del miedo, a través del departamento de contrapropaganda de seguridad del estado, comenzó a propalar rumores en forma subrepticia entre la población. Uno de los rumores más intimidantes consistía en afirmar que las urnas que se utilizarían para el referendo estaban preparadas para que las boletas cayeran en el mismo orden que las listas en que se anotarían los participantes, de forma que se pudiera determinar quiénes votaron a favor y quiénes no. El otro rumor era que la ausencia a las urnas sería informada inmediatamente al centro de trabajo o de estudios de los ciudadano en cuestión, lo que perjudicaría su carrera laboral o profesional de forma inapelable eirreversible.
No es desconocido que la comisión encargada del referendo había sido designada por el Partido y estaba integrada por varios de sus dirigentes. Cada uno de los colegios donde se establecieron las urnas estaba dirigido por los núcleos del partido locales, los cuales estaban encargados de velar el proceso y contar los votos. De igual forma, los canales de la información de los conteos locales a las instancias nacionales, también eran del Partido. Como, para el partido, la prioridad es la propaganda, es lógico que las cifras informadas por sus órganos –absolutamente inverificables para cualquiera que no se halle en sus más altas esferas- sólo estén de acuerdo a sus propósitos propagandísticos. Por demás está decir que, en Cuba, ninguna instancia inferior se atreve a enviar a las superiores información alguna que pudiera disgustar al Comandante en jefe so pena de sufrir las consecuencias.
Finalmente, el 24 de febrero de 1976, en acto solemne y público celebrado en el Teatro "Carlos Marx" en la ciudad de La Habana, fue proclamada la Constitución socialista de la 12ª República Cubana.
En el acto de proclamación constitucional, se informó que, de un total de 5.717.266 electores, ejercieron el voto 5.602.973 para un 98% de asistencia a las urnas. De los mismos, 5.473.534 dijeron "sí", o sea un 97,7% de los que votaron, y 54.070 dijeron "no", el 1%. Asimismo, 44.221 votaron en blanco (el 0,8%) y hubo 31.148 boletas anuladas (el 0,5%). No ejercieron su derecho al voto 114.293 electores (el 2%). Una democracia tan perfecta y tan paradigmática no puede menos que levantar sospechas.
Con la "aprobación" de la 12ª República de Cuba pareciera que Fidel Castro, el máximo adalid de la independencia y el nacionalismo en Cuba, había logrado su cometido de entregarle la Isla en forma incondicional a los rusos. Sin embargo, este debería enfrentar, a pesar de su control total sobre el país, el acto que más había temido en toda su vida: ser ratificado por una votación nacional como máxima figura del país. Para ello, recurrirá a uno de los capítulos más oscuros –que no son pocos- de su vida política
*Ver en este mismo blog el comentario del 21 de abril del 2010, "Democracia a lo Soviético".
**Ver el comentario "Omnipotencia y omnisciencia del Partido Comunista" del 27 de abril de 2010 en este mismo blog.
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