Thursday, December 3, 2009

INTERMEZZO: CELEBRACIÓN



Hoy, hace veintisiete años que me casé con Leo y cuatro años que llegué a Estados Unidos. La celebración de nuestro matrimonio es casi diaria y esta fecha sirve exactamente para darnos cuenta de ello. Sin embargo, la llegada a Miami es otra historia, una de veinte años de planeamientos, intentos, frustraciones y esforzadas recuperaciones. Cuando percibimos que las ruedas del avión se habían soltado de la pista de Rancho Boyeros, nuestra respiración se elevó con ellas y sobrevoló la verde topografía, la blanca frontera de la playa y el añil que no volveríamos a ver. Abandonábamos muchas cosas queridas pero, en el balance, huíamos de una sobrecarga de adversidades personales y nacionales que velaba todo lo amado que pudiéramos añorar. Familiares, amigos, lugares, cosas, recuerdos, costumbres, todo había sido contaminado por el deterioro y, confieso con dolor, no me quedaban fuerzas ni deseos de restaurar ni recomenzar nada tras tantos años de intenciones y tentativas. En aquel desastre, no había ni podido encontrar las cenizas de mis ancestros para despedirme. Era un náufrago contemplando lo inevitable. He escapado viejo del campo de concentración. La vida se me fue en ello. Al menos, logré salvar parte de mi familia. Les he dado un camino, muchos caminos, y hago cuanto puedo para que aprendan a aprovecharlos. Aún, yo mismo trato de tomar ventaja de esta parte del mundo que me fue vedada por medio siglo en momentos, incluso, de crisis y depresión. Me queda muy poco tiempo en relación con mis hijos pero me empeño. Todavía respiro.

Wednesday, November 25, 2009

vidas paralelas.(Comentario de Tomás Urquiza a la tercera parte de “El Tercer ‘Che’”)





Un tal Plutarco escribió un libro con este título. Aunque está en mi biblioteca heredada desde los tiempos de mi abuelo, no lo he leído. Ni lo leeré. No sé ni quien fue Plutarco. Ni me interesa. Soy un hijo de la modernidad y ella se basta a sí misma. No necesita referentes anteriores. Pero, ese nombre dentro del título me cautiva desde cuando era "una brizna yo" de lo que soy. Leyendo tu texto, que se me antoja flameante, vuelvo a pensar en él, en Plutarco. Y siento un gran vacío. Recuerdo que mi madre, que era comunista cuando no era bien visto, y siguió siéndolo hasta que la decepción la llevó a la tumba, no amaba especialmente a Che. Al igual que Nena, la madre tuya, la mía fue arrastrada hasta la desesperación, el naufragio, por aquella corriente desatada por la entrega de Blas a Fidel, de las banderas del PSP*. En mi memoria, tiene tonos dramáticos, de "fin del mundo", como diría un poeta, el cumplimiento de aquella orden dictada desde Moscú y cumplida en La Habana, una ciudad que acababa de despedirse de un Jean Paul Sastre que había, como Che, alucinado con el cosmopolitismo habanero. No por gusto describió que ocurría "un huracán sobre el azúcar". Y estaba en lo cierto aquel filósofo francés -quien tuvo la terrible oportunidad de presenciar la voladura del vapor La Coubre y ver los muertos y asistir a su imponente entierro, con una calle 23 alfombrada de flores blancas- el huracán lo había desatado un aleteo de mariposa ocurrido en nadie sabe dónde y sería, está siendo, más que nunca, devastador. De aquel día, es la foto del guerrillero Ernesto que ha recorrido el mundo. La foto del profeta armado por la historia. La imagen más difundida de todos los tiempos. La que preside los actos (últimamente festivos) en la Plaza y las pachangas en las discotecas y las manifestaciones en La Paz, cerca de donde dejó de ser Guevara carne y hueso ("polvo enamorado", diría otro poeta); y los eclécticos discursos en Caracas; y las revueltas antiglobalistas, donde quiera que se reúnan quienes marcan el abismo real entre ricos y pobres y emergentes. El Che, su imagen, es un paradigma más vinculado con el ideal de la justicia que con la injusta realidad que él quiso vindicar. Es un símbolo Che, y, como tal, puede interpretarse de diversas maneras, un ser (o no) sujeto, como Cristo o Buda, a las subjetividades. La de Nena, entre otras. O la de Chávez. No sé si Osama Bin Laden, la tiene en su santuario terrorista. Ignoro si Obama, el mulato presidente del "imperio" al que Che recomendó no darle "ni tantito así", tuvo a Che, a su imagen justiciera, entre los íconos de su juventud. Pero todos tuvimos y conservamos -en lo más profundo de nuestro inconsciente social- un Che, de plomo ardiente o briznas de hierba seca, o quien sabe qué. ¿Quién sabe? Y volviendo a Plutarco, Octavio, somos dos líneas en el mismo espacio. Somos dos puntos en el mismo tiempo, al que nos une el Che, entre otros dioses muertos. Y vamos a dejarlo que descanse en paz.


*Blas Roca -el secretario general del Partido Socialista Popular (PSP), que era el enmascaramiento del partido comunista cubano subsidiario del Comintern fundado por Stalin antes de la revolución de Fidel castro- le entregó a este el liderazgo del partido, ignorando los estatutos de la organización. Los mismos establecían que una decisión de tal magnitud debe ser tomada por el congreso del partido. Ello provocó no poco disgusto en buena parte de sus afiliados.



Thursday, November 19, 2009

EL TERCER “CHE” (TERCERA PARTE)



Como ya he dicho, mi madre era una fanática del Che y de su "nuevo" sistema financiero administrativo. En consecuencia, trabajaba todos los días hasta tarde en la noche en pro de su aplicación. Ello se combinaba con larguísimas reuniones, trabajos voluntarios, guardias de milicias y del CDR que, junto a sus estudios en la Universidad, la tenían completamente absorbida y exhausta pero feliz. Así, quedé bajo la blanda supervisión de mis abuelos, mucho más condescendientes que ella, que me permitió correrme más tiempo con la pandilla del barrio. Tantas fueron mis fechorías -que llegaron hasta la fuga sistemática de la escuela secundaria desde la mañana para aparecer tarde en la noche- que mi padre descendió de las nubes a poner orden y me becó en un remoto instituto tecnológico para alejarme del poco revolucionario influjo callejero.

Meses después de mi encierro -a mediados de 1964, creo-, en uno de aquellos escasos pases de fines de semana, al llegar a mi casa, encontré a mi madre desconsolada. Su empresa había cerrado y ella, como casi todos los cuadros del personal administrativo, había sido "racionalizada", eufemismo que se empleaba en aquella época para clasificar a los desempleados. Había comenzado la ahora ignorada "lucha contra el burocratismo". Los medios arremetieron violentamente contra el aparato de control económico creado por el Che. Las publicaciones y programas televisivos cómicos se mofaban de las siglas de las empresas, inventando algunas como la ECOTIMBA, la ECOBEMBA y otras peores para desprestigiarlas más aún ante la opinión pública. Hasta una de las películas más recordadas del cine revolucionario (La Muerte de un Burócrata de Tomás Gutiérrez Alea) fue ampliamente financiada por el estado para integrarla al arsenal de esta nueva "batalla" revolucionaria. Fue en aquella época en que la gente se percató de la desaparición del Che de la vista pública y comenzó a correr de boca en boca el rumor de su partida a "otras tierras" para luchar por la liberación de los pueblos.

Aunque a los adolescentes nos estaba vedado acceder a los corrillos de adultos, cuando mi madre recibió el título de su graduación universitaria, la escuché murmurarle a una antigua compañera de luchas "de qué me sirve este título ahora que a él lo han desaparecido". No había que ser muy avispado para saber que ese "él" de marras no era otro que el Che Guevara. Años más tarde, llegó a mí el rumor de que este había sido secretamente sustituido por ciertos problemas ocurridos en un central azucarero. Sin embargo, mucho tardé en comprender que el Che había perdido su lucha por el poder en Cuba. Las campañas "revolucionarias" que siguieron su mutis político fueron diseñadas, entre otras cosas, para borrar del mapa todo el trabajo que había desempeñado en institucionalizar la economía socialista. Así, la lucha contra el burocratismo no sólo desarticuló todos los mecanismos administrativos y de control económico sino que expulsó de la estructura estatal a todos los funcionarios formados por el Che. Posteriormente, la ofensiva revolucionaria y la lucha contra la "microfracción" terminaron el proceso de hundir al país en la más absoluta anarquía y posicionar en los órganos del Estado todos aquellos elementos absolutamente fieles a Fidel Castro a cambio del disfrute de la malversación de los despojos de lo que había quedado de la otrora nación cubana.

Particularmente, el proceso de la "microfracción" fue dirigido oficialmente contra los elementos comunistas que nunca aceptaron la entrega del partido a Fidel Castro por Blas Roca y Carlos Rafael Rodriguez. Sin embargo, en este proceso, cayeron en desgracia y hasta en prisión muchos revolucionarios del 26 de julio, del directorio revolucionario y otras organizaciones revolucionarias sin relación con los comunistas. Si entre 1959 y 1964, Fidel Castro había logrado eliminar toda la oposición interna denominada como "contrarrevolucionaria", en 1968, logrará eliminar toda la disidencia o competencia política dentro de las filas revolucionarias. Las barreras de selección para ingresar al Partido y a la Juventud se habían bajado desde un par de años antes para darle la entrada a la multitud de arribistas y marginales que acallará los elementos revolucionarios que aún intentaban mantener a la revolución dentro de determinadas pautas morales y políticas. Algo peor ocurrió con la Federación de Mujeres Cubanas y los Comités de Defensa de la Revolución. Estos dejaron de ser clubs exclusivos de revolucionarios, bajo protesta de muchos, para convertirse en organizaciones masivas y obligatorias con el fin de controlar a toda la población. En el 68, además, la llamada "ofensiva revolucionaria" terminará de implantar el monopolio estatal absoluto sobre la economía, eliminando las más microscópicas actividades económicas particulares en la Isla con la confiscación de hasta las latas que llevaban al hombro los vendedores ambulantes de maní. Fidel Castro, vencedor absoluto, se alzará así con el poder total y embarcará al país en los más descabellados planes económicos y políticas internacionales. Y, mientras mi madre lloraba la muerte del Che en octubre de 1967, una turba vino a derribarle literalmente a palos del frente de nuestra casa el cartel del Comité de Defensa de la Revolución que ella había fundado en septiembre de 1960 para entregárselo a la persona más corrupta y marginal de la cuadra, mujer de un agente de la seguridad del estado por demás.

Thursday, November 12, 2009

EL TERCER “CHE” (COMENTARIO DE TOMÁS URQUIZA*)



…bueno, es que anoche no podía analizar tu texto sin que en ello incorporara mis ideas al respecto. En mi opinión tu texto contiene la idea de que el argentino representaba un modelo más racional contrapuesto a la irracionalidad de tu tío. No creo que Fidel sea precisamente irracional. La manera en que ha manejado los asuntos cubanos demuestra lo contrario. Fidel conoce y encarna la cubanidad en todos sus aspectos.


El Che era un advenedizo, con respecto a la cubanía. Me imagino el susto que debe haberse dado cuando llegó a La Habana y vio que era una ciudad cosmopolita, con una identidad propia, distinta a los espejos europeos de las urbes argentinas. De ese impacto no se recuperó jamás. De hecho nunca comprendió la relajada, indiferente, dislocada cultura habana. Si ese desconocimiento se conjuga con el "poder" que como administrador primero de la banca y ministro después de la industria, en un país agro-industrial, como era la Cuba de entonces, abre una puerta de análisis hacia la interpretación de lo que estaba realmente sucediendo hacia lo interno del sistema de poder.


Fidel y los comunistas moscovitas controlaban el INRA, o sea la parte agrícola del sistema cubano. La racionalidad del Che, que no sabía nada de banca ni de industria, pero que tuvo la habilidad de reunir en torno suyo a una inteligencia de clase media (pequeño burgueses, clamaban con razón los viejos comuñangas) casi toda formada en universidades de USA para integrar una tecnocracia de izquierda, pero desvinculada de Moscú. Con esos "compañeros de viaje", pudo constatar el Che que el socialismo no era viable en el trópico sin aportarle cierta disciplina. En su despiste, creyó hallarla en el modelo asiático de socialismo, pero pronto comprendió que los modelos contables más dinámicos y adaptables a la realidad cubana provenían de Chicago y no de Shangai o Pionyan. Sin cortar con que los "experimentos" fidelistas, que a la vez se contraponían al centralismo burocrático de corte soviético de Carlos Rafael, presidente del INRA, obstaculizaban la eficacia industrial. Estas desavenencias de "estilo" no podían generar más que una explosión a lo interno de la dirigencia. Sobre todo de una dirigencia armada. Recuerda que todos eran comandantes y mandaban o habían mandado hombres armados. Recuerda que los comunistas tenían un sistema clandestino que había sido preservado intacto durante el tiempo que para Fidel y el Che había sido de "lucha armada". Adiciónale a la esta mezcla el maquiavelismo fidelista.


Recuerda que fue Carlos Rafael quien, tras la crítica del anibalismo, tuvo la triste encomienda de "informar" al pueblo de la institucionalización de la libreta. Recuerda que el ministro encargado de implementarla fue Manuel Luzardo, un líder comunista. Recuerda que Lázaro Peña había desarticulado el sindicalismo... Pero no debes olvidar que fue Che el que promovió la idea de la austeridad consumista, como mecanismo de ahorro para alcanzar los fondos que garantizaran el financiamiento capaz de acelerar el desarrollo industrial. Fidel suavizó la inevitable (in/ex)plosión de la cúpula con la crítica pública del "anibalismo", impulsada por el gaucho, pero magistralmente resuelto por el intelecto multisectorial del abogado de Manacas. Es particularmente interesante la imagen que exploras de Che como figura internacional. Pero realmente no creo que pudiera acercársele al carisma mediático de Fidel ni al ejército de desclasados dispuestos a todo que lo respaldaba.


*Tomás Urquiza es uno de los miembros más destacados de la Escuela Habana en La Habana actual y, como tal, posee la diversa visión de estar en el epicentro del ostracismo isleño , en contraposición de los muchos que hablamos de Cuba pero ignoramos el pulso cotidiano de la Isla.

Wednesday, November 4, 2009

EL TERCER “CHE” (SEGUNDA PARTE)


Cierta noche, mi madre llegó de una larga reunión en su empresa, llena de entusiasmo y felicidad. La reunión había sido entre el mismísimo Che Guevara y varios directores de empresas. Como jefa de despacho de uno de ellos, ella había tenido “el privilegio” de asistir a la misma. Poco después, uno de sus más antiguos compañeros de la época de luchas le hizo una visita y me sorprendió que ambos tuvieran una acalorada disputa. Mi madre no le había permitido un comentario sobre la soberbia del argentino. Ella consideraba al Che como la persona más estricta, honesta y consagrada del sistema solar. Sin embargo, aún el Che no había asumido la imagen espartana que le convertiría en líder de los “verdaderos revolucionarios” opuestos la nueva clase que comenzaba a medrar alrededor de Fidel Castro. Cuentan que, en una reunión con sus subordinados y colaboradores, el Che se desplayaba sobre la necesidad de la más estricta austeridad en momentos de escasez extrema cuando comenzaba a sentirse el embargo norteamericano. Uno de los asistentes lo interrumpió para objetar que para él era fácil decirlo ya que recibía una cuota de suministros adicional por su condición de dirigente. Este fue el momento en que Che se desayunó que compartía el mismo pecado original de la dirigencia de la que tanto pretendía diferenciarse y a la que incluso criticaba por sus privilegios y corrupción en forma tanto implícita como explícita. Entonces, le ordenó a su esposa Aleida, para gran disgusto de esta, que rechazara la cuota especial que le correspondía como líder político. A partir de entonces, trabajó intensamente en crearse una imagen mediática de ascetismo y consagración infinita a la revolución. Su actitud contrastaba con las prerrogativas y el envilecimiento de la nueva clase burocrático militar, compitiendo fuertemente con el liderazgo de Fidel Castro. Así, a diferencia del resto de los dirigentes revolucionarios y, sobre todo, del propio Comandante en Jefe, que se iban alejando del pueblo como las galaxias entre sí, el Che comenzó una agresiva política de acercamiento al mismo. En tal sentido, aparecía continuamente entre los obreros en los llamados trabajos voluntarios que implantó casi como obligación y en las movilizaciones populares a las labores agrícolas, así como en las continuas reuniones que realizaba en todos los organismos económicos en su cruzada de organización y productividad, amén de indagar entre los trabajadores sus problemas y sus necesidades. En consecuencia, creó un cuerpo de inteligencia que bajo cualquier ropaje (vendedores de maní tostado, conductores de ómnibus, vagabundos, etc.) recogía el estado de opinión del pueblo. Por otra parte, los discursos del Che eran los únicos que tenían marcadas diferencias con los de Fidel, en oposición al resto de sus camaradas, cuyas alocuciones eran meros resúmenes de las últimas intervenciones de este. Su fotogenia contracultural y su cálida voz de cantante de tango chocaban con la rudeza y la voz enflautada del Comandante en Jefe. Pero el Che no se limitó a crearse una imagen mediática. La posición del Che Guevara, primero, como presidente del Banco Nacional y, después, de ministro de industrias, le daban prácticamente el control casi total sobre la economía del país. Ello resultaba muy incómodo para Fidel Castro, quién apoyaba su liderazgo nacional en toda una serie de “milagros revolucionarios”, es decir, “palos” propagandísticos, entre los cuales primaban toda una serie de planes “experimentales” (léase arbitrarios) en la agricultura que implicaban costosísimos e improcedentes desvíos y derroches de recursos. Estos chocaban continuamente con los controles y las reglamentaciones impuestas por el Che, así como los planes de racionalización de este. Colaboradores cercanos de ambos testimonian varios altercados entre ellos. El colaborador más íntimo de la guerrilla, quien dirigió el gobierno secreto de Fidel Castro con los comunistas desde su casa de descanso de Tarará, el mismo que había propiciado el contacto inicial con los rusos y con los movimientos de extrema izquierda del tercer mundo, ahora era el principal contendiente en el liderazgo y la dirección política del país. Pero, el Che Guevara no sólo se había convertido en el principal competidor político a nivel nacional sino, incluso, internacional. El argentino no sólo disputaba el liderazgo de Fidel ante los movimientos de liberación del tercer mundo sino que se oponía a la alianza con los soviéticos –los principales sostenedores del gobierno de Fidel castro- no ya por su concepción del socialismo basado en el estímulo material de los trabajadores –que despreciaba Guevara en oposición a su admiración al “moral” socialismo chino y norcoreano- sino, sobre todo, por su política de coexistencia pacífica y contraria a la guerra de liberación de los pueblos. Claro, esto no tenía nada que ver con la teoría de la revolución sino con las pretensiones de liderazgo mesiánico que abrigaba Ernesto “Che” Guevara, las cuales chocaban con la estructura de las organizaciones sociales aliadas del Kremlin. En realidad, todas estas, los partidos comunistas, los sindicatos, las organizaciones juveniles, etc. no eran más que partes de la red global de la inteligencia y el aparato propagandístico del Partido Comunista de la Unión Soviética, sin ninguna independencia ideológica ni pragmática de este. Su papel consistía en seguir al pie de la letra la política y las estrategias internacionales del Politburó soviético, lo que le dejaba muy poco espacio a las ambiciones del Che Guevara. A diferencia del genio intrigante Fidel Castro, el Che Guevara no tenía el talento como para brillar a la sombra del enorme imperio ruso. Como tampoco tuvo la visión telescópica necesaria como para prever las consecuencias de nadar en un mar político infestado por los depredadores más peligrosos del planeta. Mucho menos podían vislumbrar sus seguidores como mi madre y sus compañeros el giro que para sus vidas tomaría la lucha por el poder que se operaba muy por encimas de sus cabezas, en las esferas invisibles del poder revolucionario. (Continuará)

Thursday, October 22, 2009

EL TERCER “CHE” (PRIMERA PARTE)



La primera vez que ascendí la escalinata de la Universidad de la Habana tendría como diez años. No era un niño prodigio sino que iba acompañando a mi madre, quien había matriculado en la recién inaugurada carrera de administración pública. Allí, coincidió con varios amigos, antiguos colaboradores, como ella, del 26 de Julio y del Directorio Revolucionario, quienes habían acudido al llamado del “Che” Guevara de formarse como cuadros administrativos. Inspirada por la mística revolucionaria de aquella remota época, mi madre había comenzado a trabajar como jefa de despacho de uno de los directores de una de las flamantes “empresas consolidadas”. Estas habían sido fundadas por el Che desde que fue designado como ministro de industrias para articular el monopolio estatal de la economía tras las confiscaciones masivas que se sucedieron a principios de los sesenta. Gracias a la “magia” administrativa de Ernesto Guevara, todo en Cuba había sido rebautizado con siglas precedidas de las letras ECO, que no tenía nada de ecológico, sino que era la abreviación de “empresa consolidada”. Así, nacieron engendros tales como ECOGÁS (empresa consolidada de gas líquido), ECOLAC (empresa consolidada de productos lácteos), ECOTRAN (empresa consolidada de transporte) y una infinidad de otras, que muy pronto se ganarán la mofa del pueblo. Sin embargo, detrás de todo ello se hallaba una profunda lucha por el poder que terminaría con la destrucción de la economía nacional.


Cierta madrugada de 1959, un intenso tiroteo estremeció los alrededores de la Ciudad Deportiva. Al comandante Pilón, uno de los “héroes” de la Sierra Maestra, con la mente obnubilada por el alcohol y la marihuana, se le había ocurrido bañarse desnudo con varias mujeres en la céntrica Fuente Luminosa . Al personarse la policía (la revolucionaria, no la otra), y pedirle al jefe guerrillero que se comportara, este respondió con el pesado fuego de todo el arsenal que llevaba en su automóvil. A los conquistadores de la Habana, no se les podía dar órdenes. Esta era la otra cara de la revolución que no era tan sonriente para los propios revolucionarios. Ya en aquella época, los oficiales del Ejército Rebelde de origen campesino y lumpen proletario monopolizaron la mayoría de los cargos en los órganos del Estado y el ejército. Estos habían llegado a la Habana en son de invasores y parecía como si quisieran sumir el país en el desbarajuste total, apoyados en los comunistas y en una gran masa de elementos oportunistas que no habían participado en la lucha contra Batista pero que buscaban escalar en el nuevo gobierno a como diera lugar. Los privilegios, los excesos y la corrupción de esta incipiente clase burocrático militar eran ácidamente criticados por antiguos combatientes del movimiento 26 de Julio en las ciudades, del Directorio Revolucionario, de los partidos auténtico y ortodoxo, y muchos guerrilleros de la Sierra Maestra de la clase media urbana. Estos habían sido sistemáticamente segregados de las estructuras del nuevo estado revolucionario y no pocos se habían pasado a las filas de la oposición política.


Al parecer, Ernesto “Che” Guevara se había forjado su propia agenda política desde su promoción a la cúpula del mando guerrillero en la Sierra Maestra. Con su carisma porteño e intransigencia autoritaria, había ascendido meteóricamente al liderazgo revolucionario. Su extremismo izquierdista había sido el arma con que había logrado desplazar e incluso enterrar a no pocos competidores políticos. Durante la guerra contra el ejército de Fulgencio Batista, varios “mártires” revolucionarios que disentían de su radicalismo no perecieron precisamente en combate ni asesinados por los “esbirros” batistianos. Tampoco, muchos de los catalogados como tales y fusilados en los fosos de la Fortaleza de la Cabaña, nada tuvieron que ver con la dictadura, todo lo contrario. A pesar de ser uno de los colaboradores más íntimos de Fidel Castro, nunca estuvo dispuesto a la subordinación absoluta a este, tal como el comandante en jefe esperaba de todos sus compañeros. Parece ser que el Che encontró entre todos los elementos revolucionarios desplazados por los acólitos de Fidel Castro la base social para su liderazgo político alternativo. Así, comenzó a aglutinar a la mayoría de estos revolucionarios resentidos en las nuevas empresas del ministerio de industrias bajo su comando. Desde aquí, Guevara comenzó a construir una especie de gobierno paralelo al de Fidel Castro, quien, apoyado en su nueva clase burocrático militar y los comunistas, había convertido al país en el reino de sus arbitrariedades. Semejante gobierno alternativo era un Frankenstein construido con muchos modelos prácticos y teóricos de dudosa aplicabilidad, como el sistema yugoslavo y ciertas ideas de Trotski y de la frustrada NEP leninista, alejados tanto del modelo postestalinista soviético, que tanto detestaba el Che (como ya dije en el comentario anterior), como de la anarquía a la que había arrastrado al país la dirección de Fidel Castro. No obstante, era un intento por evitar que la economía se desarticulara completamente debido a los arbitrarios experimentos en que Fidel Castro había ya sumido la agricultura y otras áreas de los servicios. A estos, igualmente, el Che intentó extender su autoridad, desafiando la del comandante en jefe. Para ello, el Che, quien no era ni remotamente economista, intentó crear un sistema de control económico del cual no tenía la más remota idea de cómo funcionaría. En tal sentido, tuvo al menos el buen tino de crear un equipo de asesores y funcionarios de experiencia (muchos de los cuales eran antiguos propietarios y empresarios que habían permanecido fieles a la revolución incluso después de la confiscación de sus propiedades), apoyado en un grupo de cuadros jóvenes de la universidad como mi madre y hasta un sistema de inteligencia secreta que intentaba tomarle el pulso no sólo a su nuevo sistema económico sino también a su impacto en la opinión popular, amén de controlar los pasos de sus competidores políticos. En realidad, el objetivo último del Che era apropiarse del control total de la actividad económica nacional, escatimándole el poder a su antiguo ídolo, Fidel Castro. Pero, este era un enemigo peligroso y no le iba a permitir semejante atrevimiento ni a su más cercano colaborador. Y mi madre sería pronto una de los muchos perjudicados por este choque de intereses. (Continuará)

Sunday, October 11, 2009

LA “FUERTES” ENSEÑANZAS DEL CHE



La epidemia de los cantores que peregrinan a Cuba no se detiene. Ahora le tocó a Manu Chao, ese francés de ascendencia española que habla como un mexicano, es decir, carente de toda identidad. No se me malinterprete, a diferencia de Juanes, me encanta la música de Manu Chao, su espíritu alternativo y contestatario. Sin embargo, su romanticismo sin control se extravió en el anarquismo y las drogas trastrocando los símbolos cristianos con los del extremismo izquierdista. Así, llegó a Cuba –es cierto, sin el hipócrita “apolitismo” de Juanes y sus camaradas- a cantarle al Che Guevara, santo patrón de los antiglobalistas actuales. Como todos estos, Manu Chao carece de la más mínima pista de lo que en realidad pensaba, hizo y le ocurrió a Ernesto Guevara de la Serna, alias el Che.


Ahora bien, para aquellos que padecimos la adolescencia en la Cuba de los 60, la imagen de Ernesto Che Guevara fue la base de nuestra educación “moral” comunista, el sucedáneo con que la dictadura quiso sustituir todos nuestros valores católicos, nacionales y familiares. Para ello, nos confinaron en becas, unidades militares y campamentos de trabajo “productivo” agrícola desde casi niños hasta la mayoría de edad, lejos de nuestras familias y comunidades, aislándonos de cuanto ocurría en el país en los momentos de su transformación de una nación que se desarrollaba pujantemente en un campo de concentración. En aquella época, nuestros instructores políticos y los medios cubanos nos hicieron aprender los textos sagrados que nos había dejado el Che Guevara tras su partida a “tierras lejanas”. Los mismos se leían en los casi diarios círculos de estudio, al modo en que los monjes del Tíbet repiten los mantras. El primero de estos documentos se llamaba La Guerra de Guerrillas. Este enseñaba las técnicas de sobrevivencia en condiciones de absoluta escasez de suministros y de nomadismo propio de las guerrillas, amén de las técnicas de combate irregular contra un enemigo superior. Ello era justificado por la amenaza constante del siempre “inminente” ataque imperialista a la Isla. Pero, en realidad, este folleto fue aplicado en la educación de la población para resistir cualquier condición extrema, ya sea en movilizaciones agrícolas, militares, políticas, etc., sobre todo, muy perspectivamente, para soportar la libreta de abastecimiento, la reducción gradual de todos los suministros de los bienes más elementales para la subsistencia, los apagones, la falta de agua y todas las carencias habidas y por venir en los próximos 50 años. El segundo texto fue la pretendida carta de “despedida” del Che a Fidel, un auto de constricción y de lealtad infinita al Comandante en Jefe, así como un panegírico sobre la divinidad de este. Esta misiva, con todas las trazas de ser apócrifa, imponía el mandamiento supremo de la fidelidad y el amor infinitos a Fidel Castro como condición sine qua non de un revolucionario, el estadio supremo del ser humano, según san Che. A partir de entonces, ya la prioridad no era la libertad de Cuba, ni el socialismo, ni la construcción del comunismo en bien de toda la humanidad, sino única y exclusivamente la fidelidad al máximo líder. El tercer libelo, completamente escatológico, fue Mensaje a la Tricontinental, en el cual Guevara –pretendidamente desde “algún lugar del mundo”- llamaba a incendiar el planeta entero, convertirlo en un Vietnam multiplicado por toda su esfera para no dejar piedra sobre piedra del régimen capitalista ni del imperialismo norteamericano. Este era el documento básico de la estrategia global de la revolución y la aspiración última de todo revolucionario, ser un internacionalista de vocación, dispuesto a inmolarse a sí mismo (y a cuantos se les pusieran delante) en cualquier parte del mundo por la revolución, claro, con el nombre de Fidel en los labios, sin importar la devastación de regiones enteras ni los sufrimientos de millones de personas. Era el sacrificio supremo de la humanidad en aras de su futuro luminoso. El cuarto y último escrito del Che Guevara se titulaba El Hombre y el Socialismo en Cuba. Este era más esotérico y “filosófico”, y estaba enfilado a la construcción simultánea del socialismo y el comunismo, así como a la formación del “hombre nuevo”. En realidad, era una versión burdamente simplificada de La República de Platón, al cual, el Che había leído mucho menos que a Marx, que es mucho decir. Según la teoría de este último, el socialismo y el comunismo serían etapas sucesivas de la nueva sociedad “superior” a construir tras la inhumación del régimen capitalista. El Che, en su genialidad, no necesitaba conocer absolutamente nada del cuerpo teorético del marxismo o de cualquier otra cosa, ni siquiera de Medicina, que tan precariamente estudió y tan escasamente practicó. Por ello, sostenía que, en la construcción de la sociedad superior, había que quemar etapas para que la misma no se desviara a otras formas “históricas” desvirtuadas del comunismo, como el socialismo de la URSS y Europa del este, basado en “estímulo” material de sus trabajadores, tan propenso a la corruptibilidad “capitalista”. El comunismo, según el guerrillero argentino, debería basarse en la exclusiva estimulación “espiritual” de sus individuos, disueltos en la masa homogénea de la sociedad ideal. En tal sentido, el Che, como Fidel, pensaba que las formas más “morales” del socialismo eran la china y la norcoreana sin discusión, con su absoluta subordinación de toda la sociedad al Partido y el Estado, y su consagración total a la construcción del comunismo. Ahora bien, y aquí viene la parte más oscura del espartanismo “cheísta”, el estimulo “espiritual” consistiría sólo en participar de la “vanguardia” política de la sociedad. Esta, a fuerza del ejemplo “moral” –i. e., la consagración al trabajo, la lealtad al partido, la incorruptibilidad, el ascetismo extremo, la humildad, etc., etc.-, debería arrastrar al resto de la masa (en relación con esta pero siempre separada por el respeto, la autoridad y la admiración) hacia la consecución de los más altos ideales de la humanidad. Sin embargo, semejante vocación era una carrera era harto estresada ya que la “vanguardia” –i. e., el Partido- estaba siempre amenazada de perder su condición ante el gradual acercamiento a sus espaldas de “los pasos de la masa” que iría elevando su consciencia y su moralidad en el proceso de la construcción de la sociedad comunista. Por ello, la “vanguardia” debería redoblar sus esfuerzos sin descanso para mantener su condición. En este proceso, mediante el autosacrificio sin límites de la individualidad –ese terrible “rezago” del capitalismo-, se iría formando el “hombre nuevo” (no muy distinto del de san Agustín, otro filósofo del cual el Che jamás oyó hablar), fundido completamente en la humanidad, ignorante del “yo” y el “tú, y de lo “mío” y lo “tuyo”, sólo pudiendo pensar y actuar en los términos de “nosotros” y lo “nuestro”. Aún recuerdo el escalofrío que me recorría las entrañas cuando, de joven, me presentaban una y otra vez tan halagüeña perspectiva para el resto de mi vida. Quizá, deba agradecerle a las enseñanzas del Che y a esa sensación que dejaron en mi espíritu adolescente, ya que reafirmaron mi “egoísmo” individualista (sobre todo capitalista) y el rechazo radical de la visión del mundo sobre la cual se basaba el plan existencial que para mi modesta persona habían previsto mis ascendientes políticos. Quizá Manu Chao pueda visualizar semejante mundo en alguno de los fumaderos de crack donde debe acudir tan a menudo. Es, a no dudarlo, una visión demasiado fuerte para un hombre sobrio.


Thursday, October 8, 2009

DESTINO MANIFIESTO

Re: [***SPAM*** Score/Req: 05.4/5.0] escuela habanaWednesday, October 7, 2009 6:25 PM

From: "Tomás Urquiza" ************


To: "Octavio Guerra" <octavio_guerra@yahoo.com>


En efecto, Octavio, la cacareada cortina de humo de Juanes ocultaba, hábil aunque efímera, muchos movimientos sigilosos, como el de Mel Zelaya, desde nadie sabe dónde hasta la embajada brasileña en Tegucigalpa. Movimientos claves, en políticas y economías globalizadas, ocultó el mega concierto del que todo el mundo estuvo, como si no existieran otras cosas, pendiente. Una puesta en escena genial, ante un público por varias razones excepcional. Como la subsecretaria de estado americana, Bisa Williams, reporta EFE, "se quedó incluso al concierto de Juanes y asistió en persona al evento", pudo comprobar con sus propios ojos, que el misterio, la energía contenida en Cuba puede ser un aporte sustancial al desestancamiento de un sistema capitalista planetario sin fronteras, sin límites. Y no porque estuviera viendo ella al millón y tantos de cubanos que no se reunían en la Plaza desde los gloriosos tiempos de Fidel... no. Bisa vio al casi 7,5 % de los cubanos todos, si se cuentan a los 20 millones que fuéramos, residentes y exiliados de la isla, dispuestos a comprender desde el enredado discurso antioscurantista de Carlos Varela, la superficial "interpretación" del merengue, a cargo de Olga Tañón, hasta gozar con los Van Van o soportar, una vez más las Rosas en el Mar que emocionara a una generación que ahora se está muriendo, pero que, cuando era joven y vigorosa, en los lejanos ya años 60 del siglo pasado, la consideró transgresora. Eran los tiempos cuando la minifalda era un artículo prohibido en una Habana que se preparaba a conquistar la producción superlativa de azúcar, en una Zafra de los 10 millones que fue un fracaso, sobre todo porque el entonces Primer Ministro le preguntó al pueblo, a los abuelos y padres de los que escuchaban a Juanes y su gente, si querían que él renunciara y el pueblo dijo no, no y no... Bisa, la representante del imperio, después de hablar cordial y respetuosamente con los representantes de aquellos líderes de entonces y con quienes presuntamente se le oponen, "para tener una imagen completa del país", dijeron sus voceros, vio como La Plaza en pleno vitoreó al trovador que, después de tantos, tantos, tantos, tantos... años, volvió a repetir "ojalá las paredes no detengan tu ruido de camino cansado". Y debió quedarse perpleja y satisfecha. "Parecen detenidos en el tiempo", pudo pensar la diplomática, y suponer que esa gente tan disímil, tan poco ortodoxa, tan abierta a los discursos más contradictorios y universales, es el material humano idealmente preparado por la historia, para asimilar el nuevo estatus de factoría americana, y extraer el oro negro del fondo de sus aguas territoriales. Sí, Octavio, lo de Juanes y sus acompañantes y compañeros de viaje y adversarios y enemigos, ocultó muchas cosas. Lástima que no se cumplan las palabras de maestro Juan Formell cuando dijo: "Basta ya de abusos" y le ordenó a su orquesta "¡Muévete!" y el grupo de músicos bajo su mando "únete a mi actividad", entonó, sin reparos y la gente bailó el son que ha bailado desde siempre, por siempre, para siempre, jamás.


Flag this message


Re: [***SPAM*** Score/Req: 05.4/5.0] escuela Habana Thursday, October 8, 2009 7:37 AM


From: "Octavio Guerra" <octavio_guerra@yahoo.com>Add sender to Contacts


To: "Tomás Urquiza" ************


Alea iacta est, hermano, pero la suerte no se echó ahora, después del concierto, ni con la elección de Obama ni la "enfermedad" de tu tío...tú lo sabes, la suerte estaba echada mucho antes del desmerengamiento del comunismo, antes de la muerte repetida de tres secretarios generales del PC de la URSS y de la implantación de la última constitución socialista tras la caída de aquel avión frente a Barbados; mucho, pero mucho antes de la batalla por Luanda, de la zafra grande, la ofensiva revolucionaria, la muerte del bandido heroico en la Higuera, la microfracción o la lucha contra el burocratismo o los "bandidos"...nadie se acordaba ya cuando la gran estafa de la crisis de los misiles o aquella bahía inútil de la Ciénaga de Zapata, incluso, cuando la desaparición de aquel avión en una tormenta con el último barbudo auténtico en su interior...nada, hermano, cuando entró este en la Habana junto al resto de los cuatreros de la sierra sobre los tanques guiados por los mismos soldados contra los que habían combatido, se cristalizaba la suerte de aquellos dados tirados por dios tanto tiempo antes, no cuando entró "el hombre" o "el indio" en Columbia con otra revolución ni cuando comunistas, caudillos, luchadores por el jamón, intelectuales y mafiosos firmaron aquel papel, perseguido por el mito de la constitución más avanzada de su época, ni cuando Machado abandonó el país junto al sueño de convertirlo en Suiza, mientras los howitzers agujereaban el hotel más sofisticado del Caribe ni la chambelona, ni el tiburón salpicón, ni siquiera cuando aquel viejo soldado de muchos ejércitos sin fidelidad a ninguno bajó la bandera de la unión americana para levantar la de Narciso, amigo de aquel Walker caminador que había invadido Nicaragua con semejantes intenciones de ampliar sin autorización la misma unión de la bandera arriada en el Morro de la que ahora se separaba la Isla "liberada"… hacía mucho que la suerte se había tendido como una puta experimentada sobre este largo arrecife que le tapaba el sur al norte cuando la escuadra de Cervera fue lanzada al holocausto tras la eximplosión en la bahía habanera de aquel acorazado delante de tanta gente influyente esperando ante los teléfonos del hotel Telégrafo para acabar con el único gobierno esperanzador de la historia isleña… mucho tiempo había pasado cuando tantos próceres habían sido inmolados por sus propios camaradas a lo largo de treinta años que no llevaron a ninguna parte excepto a las fosas comunes como todas las revoluciones, ni cuando aquellos capitanes vestidos de generales quisieron transformar a la Habana en una ciudad mientras amarraban los negros a las escaleras para sacarles las tiras del pellejo junto a las culpas de otros, pero no tan negros como la suerte que tantos años antes había fijado su atención en esa válvula del golfo mexicano, antes de que las conspiraciones panamericanas hicieran trabajar tanto a los más viles de los garrotes, antes de que el asombro del vapor moviera fábricas y trenes por la Isla, antes que aquél gobernador "ilustrado" se deslumbrara a su llegada con el lustre de la sacarocracia habana, la misma que dio sus joyas para que sus milicias de pardos y mulatos ayudaran a Washington a empujar a los extenuados ingleses hacia el mar frente a Yorktown…no sé, quizá ya todo estaba escrito cuando, más al norte, unos blancos se vistieron de indios para hacer el té más grande de la historia en protesta por la locura del rey George de firmar su salada acta del azúcar, sí esa misma, la cubana, que sirvió tan amargamente a traer a todos los negros que caminan por Norteamérica y las Antillas, o antes, cuando los buques se apiñaban en la bahía habanera para sortear juntos ese Atlántico infestado por todos los piratas del mundo, que contrabandeaban con los colonos españoles…sí, mi viejo amigo, si no fuera tan escéptico, creería que todo estuviera decretado mucho antes de que Colón fuera comprando información con el oro de los banqueros genoveses, desde los turcos de Quíos hasta los vikingos de Islandia para seguir la búsqueda eterna más allá del borde de la tabla terrestre…

Wednesday, October 7, 2009

SECUELAS DE UN CONCIERTO







Les juro que no pensaba escribir más sobre el tema del concierto de Juanes en la Habana, que, por cierto, me tenía harto. Sin embargo, ciertos acontecimientos posteriores confirmaron mis sospechas sobre la verdadera naturaleza del mismo. En eso, recibí el siguiente correo de una lectora y, al responderle, salió todo cuanto había descubierto del asunto (Discúlpenme si, de nuevo, me extendido demasiado, pero no tenía otra opción).


Re: Escuela Habana




Monday, October 5, 2009 1:23 AM


From:"Patricia **************


To: "Octavio Guerra" <octavio_guerra@yahoo.com>


Hola Octavio....que tal?

Gracias por avisarme sobre tu nuevo post! Te comento que ya lo habia leido.
Me hizo reflexionar sobre muchas cosas (tambien lei el link que pusiste de la periodista? cubana -quien me hizo seguir en reflexion). En realidad no habia analizado el concierto de la forma que tu lo hiciste. Creo, y no quiero para nada excusar a Juanes y combo, que son mas ingenuos que culpables en sus intenciones. Claro que no les sigo la vida y no se sus historias o simpatias pasadas con el regimen...cosas de las cuales conoci leyendo tu escrito y otros mas.
Senti tu articulo: duro...quiza escrito desde un angulo que no se aprecia tanto en venezuela y pero si en miami y entre la mayoria de exilio cubano alla. Me parecio interesante y creo que hizo mas critica y completa mi vision. Pero sigo digiriendo tu escrito el cual me causo muchos sentimientos diferentes...cuando los ordene, te comentare organizadamente sobre tu post. Por ahora me disculpo y te lo dejo debiendo.
Si te quiero comentar lo que habia pensado antes (y durante) el concierto. Me parece bien la inicitiva de Juanes, si se toma desde la buena intencion de donde se supone que viene. creo que es alguien que queria ver para adelante, enfatizar en lo que es importante d alcanzar, pero sin querer desconocer lo que ha sucedido y sigue sucediendo en la historia cubana. Que no era un concierto politico? Claro que lo era! Nadie hace un concierto de PAZ donde reina la paz, o canta libertad y consignas similares donde hay libertad etc...
Sin embargo, y como todo pasa por alguna razon, los artistas probaron un poco de persecusion y vigilancia poitica y al final se sintieron presionados, situacion que me parece lamentable, aunque positiva solamente para que comprendieran como es vivir en dictadura, y como viven los cubanos a quienes ellos les quierian cantar sobre la paz, sobre no tener miedo, etc. Si en cuba no hubiere ningun cambio, creo que en los artistas y sus acompanantes si... o eso espero!
Yendo mas alla (y se que ando hablando de mi parecer sobre el concierto y no de tu escrito) quiesiera compartir una vision mas amplia que tengo del concierto, aunque suene un poco esoterica (lo cual soy ;-). Creo que el mundo esta cambiando y hay un grupo significativo de gente que quere vivir y promover hermandad, paz, union, y amor incondicional. Yo siento el concierto no se dio por empeño solamente, creo que en cuba hay una masa critica lista para vivir en paz, union, amor etc...y otro grupo (quiza tambien de forma inconciente en gran parte) contestaron ese llamado y se unieron en una tarde de resonancia mutua. A mi me alegro que se hiciera (y q dejaran hacerlo....con todas las marramusias y malas intenciones del gobierno) un concierto en Cuba, porque indica que a otro nivel de conciencia las cosas estan cambiando y espero se materialicen pronto y en nuestras queridas patrias.
Te debo un analisis concreto y menos de senaciones...y disuclpame abusar de tu invitacion y escribir mas de la cuenta sobre mi y menos sobre tu articulo.....en realidad si me hizo reflexionar mucho, creo que eso es lo mas importante que logro tu articulo.
Un Abrazo
Patricia

(Mi respuesta fue:)

Re: Escuela Habana

Wednesday, October 7, 2009 1:12 PM


From: "Octavio Guerra" <octavio_guerra@yahoo.com>


To: "Patricia *******************************




¿Cómo estás, Patricia?


Muchas gracias por tomar tiempo para leer mi blog y escribirme. No sabes cómo aprecio tu respuesta. Como es lógico, todos debemos tener nuestra propia opinión sobre cada asunto, en eso se basa el desarrollo de las ideas. Comprendo que mi artículo fue demasiado extenso y denso, por lo que te agradezco más aún la atención prestada. En realidad, me dejé llevar por el propio rechazo que sentía con respecto al tema, cuya controversia se había hundido en lo intrascendente, obviando lo realmente importante. Estoy de acuerdo contigo en que fui duro pero no coincido con la perspectiva predominantes en el exilio cubano, todo lo contrario, ya que este fue dominado por la polémica trivial, defecto que lo ha llevado históricamente a perder la guerra ideológica con la dictadura cubana. He sido duro precisamente porque, primero, considero que la ingenuidad es un pecado en política y, segundo, no creo que nadie que la practique tenga un pelo de cándido. Me imagino, por tus palabras, que Juanes y los artistas que lo acompañaron no te son indiferentes y siento no compartir tus gustos estéticos. Ahora bien, esto no tiene nada que ver con gustos musicales. Las últimas noticias me han confirmado las sospechas que expresé en el comentario en cuestión de que el tan magnificado concierto de Juanes no era otra cosa que una cortina de humo sobre los movimientos diplomáticos que, tras bambalinas, se estaban dando entre Washington y La Habana. La polémica y las protestas de las semanas anteriores al concierto habían hecho pasar casi inadvertidas las visitas de algunas personalidades norteamericanas a Cuba, como obispos católicos, congresistas y hasta el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson. Sin embargo, no será hasta una semana después del concierto que se informará sobre una visita mantenida en secreto tanto por el gobierno cubano como el de los EE.UU. de un alto funcionario del Departamento de Estado norteamericano a Cuba. Este fue la señora Bisa Williams, subsecretaria de estado para el hemisferio occidental, quien viajó a Cuba el 17 de noviembre, "casualmente", tres días antes del concierto de Juanes. Durante todo este largo tiempo, estableció conversaciones secretas con altos funcionarios del gobierno cubano sin que, hasta el momento, se haya informado absolutamente nada. En un acto que no me atrevo a calificar por parte de la secretaría de estado, no es hasta el martes 28, once días más tarde, que se informó de esta visita, sólo cuando la señora Williams se entrevistó con ciertos disidentes cubanos en la sede de la SINA (oficina de intereses norteamericanos en la Habana). Esto fue informado así con claros propósitos de "endulzarle" la píldora al exilio y la oposición. Esto me hace sospechar que no fue Juanes quien fue a pedirle a la secretaria de Estado, Hilary Clinton, el permiso para dar su concierto a Cuba. Por el contrario, existen indicios de que la visita de la señora Williams a Cuba en los momentos en que se preparaba y se efectuaba el concierto no fue nada casual. En el comentario anterior nos preguntábamos de dónde había sacado Juanes la idea de trasladar su proyecto "Paz son Fronteras" a la Habana. Ahora, todo parece indicar que fue la propia señora Williams la autora y la promotora de la idea, apoyada, en parte, por el capital de ciertos "anónimos" personajes del exilio cubano. Es decir que la ingenuidad y las buenas intenciones que tanto se le han querido endilgar al cantante colombiano no son tales.


Ahora bien. ¿De qué habrá hablado la señora Williams con las autoridades cubanas? ¿Qué busca el gobierno norteamericano en la Habana con tanto interés y a espalda de los cubanos de ambas orillas del Estrecho de la Florida? Un artículo del Nuevo Herald de Miami titulado Congreso de EE.UU. rezagado en la política hacia Cuba* me aclaró bastante. Lo que más me llamó la atención de este titular fue del adjetivo "rezagado". Ello sugiere que hubiera una carrera política en las altas esferas de Estados Unidos por quitarle el embargo al gobierno de Cuba. Y, ahora bien, ¿por qué tanto interés en el momento en que el gobierno de los Castro sufre el mayor estancamiento económico, político y social? ¿Por qué el presidente Obama, ante tan importantes y urgentes asuntos nacionales e internacionales en todas altas esferas imaginables, priorizó la cuestión cubana más que otro cualquier presidente anterior? ¿Porque se percataron que el bloqueo "beneficiaba" a la tiranía castrista? ¿Por favorecer al pueblo cubano que ha sufrido el comunismo durante medio siglo? ¿Por restituirle el derecho constitucional al pueblo norteamericano de viajar a dónde estime conveniente? Me parece que en el artículo aparecido en el Nuevo Herald de Miami yace la respuesta. En el mismo, se describen los proyectos de ley (bills) que, según el articulista, el Congreso se ha "retrasado" tanto en aprobar. El primero es la Ley de Libertad de Viajes a Cuba, que, en realidad, no tiene urgencia ni política ni económica para los norteamericanos, excepto para el gobierno de Cuba por los grandes dividendos que le reportará el turismo norteamericano. El otro bill es la Ley de Fomento de Exportaciones Agrícolas del 2009, la cual, cuando se apruebe, será totalmente nominal pues las importaciones agrícolas de Cuba desde Estados Unidos ascienden ya a 700 millones de dólares anuales y seguirá creciendo con o sin ley. Sin embargo, el proyecto de ley de mayor alcance y de mayor interés para los norteamericanos es la Ley de Seguridad Energética en las Américas del 2009. Este le permitiría a las empresas estadounidenses la prospección y la perforación petrolíferas dentro de las aguas territoriales de Cuba tras cincuenta años de prohibiciones por parte del gobierno norteamericano. En particular, le consentiría a las empresas exportar los equipos necesarios para esas labores sin una licencia especial. También, como si esto fuera poco, legalizaría el envío a los Estados Unidos del petróleo extraído en aguas territoriales cubanas. En tal caso, ya nada importaría si quitan el llamado "embargo" al gobierno de los Castro o no. La entrada de las grandes empresas petroleras en la Zona de Exclusión Económica cubana del Golfo de México implicaría todo un tsunami de billones de dólares para la tiranía castrista, amén de todo el combustible que necesite, sin que esta tenga que levantar un dedo ni invertir un centavo. Ello aseguraría su eternización en el poder a pesar de su total desgobierno e incapacidad administrativa. Y lo más bonito es que el pueblo cubano se beneficiará bien poco de ello ya que no propiciará cambios internos algunos, ya sean económicos como políticos. No sería siquiera el caso de China, que se transformó en la maquiladora de Estados Unidos, lo cual generó cientos de millones de empleos para el pueblo chino, así como una enorme clase media consumidora y una importante clase empresarial, transformando la economía, la infraestructura y la sociedad de este enorme país. En el mejor de los casos, un grupo de trabajadores cubanos laborarán en las plataformas offshore bajo las mismas condiciones que trabajaban para cualquier otra empresa extranjera en Cuba, recibiendo sólo una ínfima parte del salario que las empresas norteamericanas le paguen al gobierno de Cuba por cada trabajador. De esta forma, las empresas "monopolistas" petroleras del "enemigo imperialista", tan vilipendiadas por la propaganda castrista, quedarán lejos de las costas cubanas. Con ello, se elimina su nefasta influencia ideológica para el gobierno cubanos mientras este recibe todas sus bondades financieras y políticas, al convertirse en uno de los estratégicos sostenedores de la independencia energética del gigante del norte. Lo mejor de todo es que ni a Saavedra, el "líder" de Vigilia Mambisa (la treintena de ancianos que machacaron unos CDs en la calle 8 de Miami) ni a nadie del exilio cubano se le ha ocurrido ir con su aplanadora a planchar copias de los bills frente al Capitolio o a amenazar a nadie de la secretaría de Estado.


Te escribo esto, Patricia, sobre todo porque ustedes los venezolanos son la próxima víctima de los planes de devastación total de la nación por los comunistas, para que vayan aprendiendo, como los cubanos, a leer entre líneas todas las informaciones mediáticas sobre su país.


Un saludo

Octavio


Friday, September 25, 2009

PAISAJE DESPUÉS DEL CONCIERTO


Me ha sido imposible sustraerme del tema de Juanes y su concierto en la Habana. Si no fuera por las mujeres de mi casa, no sabría quién es este cantante colombiano cuya música de caballitos y voz nasal he tenido que sobrellevar filosóficamente durante años. El trabajo, un par de buenos audífonos y la preferencia posterior de mis hijas por el reggaeton (peor opción, por cierto) me habían alejado del quehacer de este señor hasta que se le ocurrió la dichosa idea de trasladar su proyecto de Paz sin Fronteras a la Habana. Entonces, ante la controversia en torno al mismo, mi adorado tormento se erigió en una de sus defensoras a ultranza, teniendo que escucharle durante semanas todos los detalles de dicha polémica. En realidad, desde el principio, el asunto ni me iba ni me venía y me detenía a escuchar sobre el asunto más por consideración a mi media naranja que por otra cosa. No le veía el punto de estar a favor o en contra de un recital de un artista de moda cuando tantas cosas estaban ocurriendo tras bambalinas. Para mí, el concierto era la punta del iceberg de todo un movimiento político internacional en torno al gobierno cubano. Más parecía una variante caribeña de aquella política del Ping-Pong de Estados Unidos hacia China en los setenta. No en balde, cosa insólita para estos casos, Juanes corrió a los pies de la mismísima secretaria de Estado norteamericano, la Hillary, pretendidamente para “suplicarle” su permiso para su viaje. Sin embargo, después supe que el colombianito pertenece a la Fundación Clinton y nadie realmente sabe de qué hablaron. Es que, en los últimos tres años, tras el “traspaso” de poderes de Castro a Castro, el régimen cubano se iba hundiendo en su más profunda crisis económica y social, en el peor deterioro ideológico y político, y en la completa decadencia de su influencia internacional. No obstante, en vez de ponerle el pie en el cuello de la bestia para acabar con las miserias de los cubanos, los medios y los políticos, sobre todo en Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, desarrollaron una criminal campaña de levantar expectativas más que infundadas en torno a la posibilidad de que Raúl Castro pudiera traer un cambio en Cuba. Acto seguido, injustificadamente, dado que Cuba es el país con menos influencia económica y política de la región, casi todos los presidentes latinoamericanos, así como muchos políticos latinoamericanos, europeos y norteamericanos corrieron a besarle el borde del capote al “nuevo” patriarca de Cuba, recibiendo algunos de ellos hasta desaires e insultos por parte del enfermo y aún soberbio comandante. Por su parte, el nuevo gobierno norteamericano, en vez de concentrarse en la crisis económica en la que está empantanado el país, priorizó el “alivio” de las medidas contra el gobierno de Fidel Castro y se dedicó a hacer toda una serie de concesiones sin retribución alguna, más bien reproches, por parte de su beneficiario, el convaleciente Fidel Castro. Es en medio de todo ello que a Juanes se le “ocurre” la idea de trasladar su proyecto de “Paz sin Fronteras” a la Habana. No sé cómo le vino semejante inspiración. Lo que puede ser muy cierto es que sus amigos Víctor Manuel, el representante de Miguel Bosé, Olga Tañón, Dani Rivera y algunos otros que siempre tuvieron tiernos sentimientos hacia la tiranía castrista, jugaron su papel de celestinas en este matrimonio. Es muy seguro que, entre las muchas “buenas intenciones” del equipo del “apolítico” proyecto de “Paz Sin Fronteras” encabezado por Juanes, no estaba inicialmente la crítica ni acusación alguna contra el gobierno que funciona frente a la hiperpolitizada “Plaza de la Revolución” donde se realizaría su concierto. Esto era a pesar de ser uno de los principales enemigos de la paz en la región al promover la violencia, el terrorismo, la guerra, el narcotráfico y la desestabilización en América Latina, sobre todo en Colombia. Es precisamente en la patria de Juanes donde Fidel Castro se estrenó como agente provocador internacional en 1949, al encontrarse sospechosamente cerca del asesinato de Eliécer Gaitán, detonante del “bogotazo” que inauguró la terrible etapa de la historia colombiana denominada como “la violencia”. Si esta ha persistido por 60 años es que Fidel Castro ha sido uno de sus principales atizadores al apoyar no sólo grupos terroristas como las FARC, el M-19 y otras sino también el narcotráfico entre de Colombia y la Florida. Por otra parte, algunos españoles participantes del proyecto como Víctor Manuel y aspirantes como Ana Belén, muestran gran entusiasmo por acompañar a Juanes y volver a sus antiguas andanzas a favor de la tiranía castrista aún cuando esta ha sido uno de los más consecuentes colaboradores de la ETA, cuyas acciones terroristas han causado tantas muertes y pérdidas en la península Ibérica y son el principal desestabilizador de su escabroso proceso democrático.

Ahora bien, ni la ingenuidad ni las buenas intenciones son susceptibles de comprobación alguna, sólo sus consecuencias a posteriori. Por ello, no puedo afirmar que Juanes padezca de ninguna de ellas. Lo que es más seguro es que el cantante colombiano estaba igualmente imbuido el mito que los medios internacionales, el nacionalismo latinoamericano y el izquierdismo europeo han tejido en torno a Fidel Castro y su régimen, es decir, la leyenda del paradigma del enfrentamiento al “imperialismo” norteamericano y de la quijotesca voluntad de construir una sociedad “más justa” a 90 millas de este con el “apoyo” y la “lealtad” de “su” pueblo. Es por ello que, a pesar de los reiterados consejos y opiniones de sus conocidos cubanos del exilio, Juanes se llenara la boca durante semanas para afirmar que su concierto iba a ser absolutamente “apolítico” y que esta condición “sine qua non” estaba garantizada nada menos que por las autoridades cubanas y sus “distinguidos” representantes, Amauri Pérez y Silvio Rodríguez.


Desde el primer momento, los medios, sobre todo en la Florida, pusieron la noticia del proyectado concierto de Juanes en La Habana en los principales titulares de primera plana, sobredimensionándolo. Como era lógico, el exilio cubano, en especial el histórico, respondió airadamente. No voy a opinar de la actitud de algunos grupos del exilio, una escasa minoría que ha ido perdiendo terreno ante el sentir de las nuevas generaciones y las últimas oleadas de exiliados cubanos. Sin embargo, a pesar de lo minúsculo hasta lo ridículo de las protestas, estas fueron igualmente magnificadas con bastante mala intención por parte de los medios, sobre todo los Latinoamericanos de Miami. Históricamente, estos han mantenido un mutismo total con respecto a todo lo relacionado con Cuba, incluso sus artistas. Ahora, aprovecharon el acontecimiento para cerrar filas en torno a Juanes y arremeter con saña contra todo el exilio, a pesar de que un por ciento elevado del mismo apoyaba el concierto. Dada su actitud más que “neutral”, muchos de estos medios latinoamericanos de Miami fueron autorizados por el gobierno cubano para cubrir todo lo relacionado con el mismo, no así los de los representantes de los medios cubanoamericanos. Parecía que, nuevamente, los cubanos iban a perder otra batalla política contra el régimen de Fidel Castro, esta vez a manos de artistas y medios de sus “hermanos” hispanoamericanos.



Y llegó el día del concierto.



Desde una perspectiva cronológica, a todos nos sorprendió que Juanes y sus camaradas, tan afectos al régimen cubano, ahora se desgañitaran gritando “libertad” y referencias veladas a los prisioneros políticos y al miedo al régimen en una Plaza de la Revolución habanera, llena de agentes de la seguridad y rodeada por todos los principales órganos del régimen como el Comité Central del Partido Comunista, El Consejo de Estado, el Consejo de Ministros, el Ministerio de las Fuerzas Armadas y el truculento Ministerio del Interior, presidido este último con la imagen del Che en su fachada. ¿Cómo fue que, de pronto, Juanes traicionara el tan cacareado “apolitismo” de su proyecto? El regreso de artistas y periodistas a Miami al día siguiente aclarará este enigma. Poco a poco, saldrán los videos y entrevistas del enfrentamiento de todas estas “buenas intenciones” con el régimen cubano. Este sólo les había mostrado el colmillo de su profundo carácter represivo y tiránico, y ni los más adictos a la tiranía pudieron resistirlo. Fue como darle un vistazo al mismísimo foso infernal. Todo explotó en el lobby del Hotel Nacional de la Habana, donde Juanes, Olga Tañón y Miguel Bosé se enfrentaron a los funcionarios cubanos. No pude menos que reírme al ver una grabación del altercado, en la cual se escuchaba la dolida e indignada voz de Olga Tañón que decía, sollozando “¿Pero qué pasa? Es muy fuerte para nosotros, defendiendo el país de ustedes (léase la revolución de Fidel Castro).” Así fue como la brutal realidad cubana cayó con todo su peso sobre los corazoncitos de los “ingenuos” y “bien intencionados” artistas. (Una interesantísima óptica de este altercado la dio mi amiga Midiala en su blog http://www.midiala-rosales.blogspot.com/)Algo por el estilo ocurrió con la mayoría de los otros periodistas latinoamericanos de Miami que cubrieron el evento, quienes se sintieron acosados por los sicarios de la tiranía y se pudieron asomar brevemente al terrible espectáculo de la vida cotidiana del cubano, algo que borra cualquier ensueño nacionalista y “antimperialista” latinoamericano.


Antes de su concierto, Juanes, mientras sostenía que este iba a ser completamente apolítico, aseguró igualmente que el mismo iba a cambiar la conciencia de Miami (léase del exilio cubano). Sin embargo, fue él quien experimentó un vuelco total de mentalidad. Y, en cuanto a sus camaradas que eran tan aficionados a Fidel Castro y su revolución como Víctor Manuel, Olga Tañón y Dani Rivera, si no cambiaron su conciencia, al menos, tendrán que esconder sus ligeras lenguas en el lugar menos digno de su cuerpo. Por otra parte, muchos medios latinoamericanos de Miami, antes tan “ignorantes” de la realidad cubana, ahora han ido tomando posiciones con respecto a la misma, divulgando la desagradable experiencia de sus enviados, e, incluso, dándole tímidamente lugar a los artistas cubanos. La experiencia, al no haber sida relatado por los tan vilipendiados exiliados cubanos sino por fuentes latinoamericanas, ha tenido una repercusión inusitada.


En cuanto al exilio, la minoría de frustrados y violentos no dejó de añadir su acostumbrada nota de desprestigio a la causa de la lucha contra la tiranía y a favor de la democracia y el Estado de derecho. Sin embargo, a diez años de aquel niño maravilla llamado Elián González, la mayoría de los emigrados cubanos demostraron que han ido cambiando su consciencia y sus expectativas sin necesidad de ningún cantante extranjero ni ningún concierto, por muchas “buenas intenciones” que tenga. En definitiva, se marcó el aislamiento del llamado “exilio histórico” y su defunción como fuerza política de importancia y el desarrollo de una nueva conciencia más acorde a los nuevos tiempos



Para los cubanos de a pie de la Isla, de los que menos se ocuparon los medios antes del concierto y que tuvo un papel protagónico en el mismo ante los ojos de los medios internacionales, la vida siguió igual. Ignorantes de cuanto sucedió en Miami antes y después del recital, con excepción de lo que les trasmitió a cuenta gotas la propaganda oficial, disfrutaron malamente su concierto dado que la calidad del audio fue pésima y las condiciones de la Plaza del lugar, más que incómodas, fueron insoportables, aún para un cubano de la Isla. En definitiva, para el cubano común de la Habana, fue una fiesta más que no cambiará nada de su situación inmediata (la única que cuenta, en definitiva) que sigue siendo cada vez más precaria, más aislada, más reprimida, y más desesperanzada. (A continuación, publico el correo de un amigo de la Habana en el que me daba su apreciación muy personal del concierto)



Finalmente, después de toda la información sobre el concierto dada a posteriori por los medios, también el amor de mi vida cambió su forma de pensar acerca del mismo, coincidió conmigo en muchas cosas y hasta llegó a perdonarme que Juanes ni me fuera ni me viniera.




NOTA: La caricatura que precede este comentario es del gran caricaturista venezolano Roberto Weil.



APÉNDICE



El lunes 21, al día siguiente del concierto de Juanes en la Habana, le escribí lo siguiente a un amigo que aún está varado en el medio de Centro Habana:




From: Octavio Guerra

To: Tomás Urquiza

Sent: Monday, September 21, 2009 9:23 PM

Subject: Re: qué pasa?

Sé que no estás en la onda pero ¿qué dice la gente del concierto? Aquí se transmitió en vivo y en directo y ha tenido un impacto tremendo.


Y, el amigo, cuyo nombre prefiero mantener bajo uno de los muchos pseudónimos que él utiliza al modo de Pesoa, me contestó con lo siguiente, que he respetado íntegramente:



From: Tomás Urquiza
Subject: Re: qué pasa?
To: "Octavio Guerra"
Date: Tuesday, September 22, 2009, 10:07 AM


Del concierto, que haya escuchado, la gente poco, o más bien nada ha dicho ni antes ni después del mismo. Fue un evento desorganizado (pésimo audio, fallas de imagen, entrada selectiva, cantantes disfónicos...), un show puntual más, bajo el control del poder mundial. Un extremo mediático más, un pico de audición presencial y virtual más, en el mundo mediático, calificado como histórico sólo por sus organizadores y participantes. Pues, Fidel, con un mensaje más audaz, durante décadas, él solo, sin la ayuda de nadie, reunió mucha más gente, durante al menos en los primeros 20 años, que Juanes y sus socios. Y no los reunía para darles música, el producto de más alto consumo mundial, más que el petróleo, los alimentos, el sexo, la pornografía, más que nada. Fidel reunía a la gente para darle esperanzas, aliento, conciencia de que las relaciones humanas cambiarían. Fidel daba utopías, como mismo Juanes, pero tenía más convocatoria aunque todas las promesas resultaron en el mayor fraude la de historia nacional. La Plaza sigue siendo el espacio, el escenario de Fidel. De nadie más.



Trascendente sólo para ellos, que jamás habían logrado reunir y actuar ante tantos cientos de miles de pasivos y pacientes espectadores, no los enardecidos seguidores de Fidel. Como la visita del Papa en enero de 1998, el evento "Paz sin Fronteras" se circunscribirá sólo al domingo 20 de septiembre del 2009 en la historia local y mundial, ni un día más o menos. En verdad, resultó un concierto contra el miedo. El miedo entre otros males. Pero para bien o para mal, por más que se empeñaron Juanes y sus compañeros de viaje en quitarnos el miedo, nada pudo. Ni podrá, porque ya hoy, a dos escasos días, nadie recuerda, nadie habla, se disolvió como aquella masa de miles de miles de mimos que se reunió en la Plaza de la Revolución de La Habana. La gente ha vuelto a su rutina, al invento, a la más elemental subsistencia. Porque, junto al miedo endémico, histórico la mala memoria es el más eficaz producto de la cultura ceferrista. La gente olvida, gracias a Dios o a Fidel o a Obama, que es lo mismo, para bien o para mal, tiene un miedo incurable y olvida, porque si en aquel momento en que Juanes gritó ante un millón y medio, dicen, de, en su enorme mayoría, joven auditorio "¡No tengan miedo, muchachos!" le hubieran hecho caso... ¿Qué habría sucedido en la Plaza de la Revolución? ¿Y si de pronto les da por recordar aquello y se toman el futuro por su cuenta? Mejor ni hablar de eso. La imagen que deriva es espantosa. No me conduce a una paz sin fronteras.

Monday, September 14, 2009

MARIELA CASTRO Y YO (SEGUNDA PARTE)


Siempre me sentí incómodo cerca de los altos personajes del gobierno de Fidel Castro. La leyenda propagandística cubana de que el principal objeto de la CIA y “la mafia terrorista de Miami” es la eliminación física de los dirigentes de la revolución, ha justificado la creación y sostenimiento de un costosísimo ejército de guardaespaldas. El mismo, más que la protección de la cúpula del gobierno cubano contra las “amenazas” externas, se ha erigido en una muralla impenetrable para acentuar la distancia entre la “dirigencia” y el resto de la población.
Cierto mediodía soleado y caluroso de finales de los 70, iba sudando la gota gorda en una guagua repleta, una ruta 174, por Vía Blanca destino a la Universidad. El ómnibus paró rutinariamente frente a la Ciudad Deportiva. Cuando intentó salir para continuar viaje de detrás de otra guagua detenida en la misma parada, coincidió con la caravana de Fidel Castro, que venía a toda velocidad por la senda más cercana. Los escoltas de la misma, al ver bloqueado el paso por el ómnibus, rastrillaron sus armas y metieron los cañones de sus ametralladoras por las ventanillas, gritando amenazas. Los pasajeros apiñados gritaron de terror y no faltaron protestas indignadas. El ómnibus frenó y la caravana, evadiéndolo, continuó su camino. Al llegar a mi destino, aún las piernas me temblaban. Las historias que, en Cuba, se transmitían de boca en boca sobre las reacciones de los guardaespaldas de Fidel Castro eran tremebundas. En aquella época, se contaba que un infortunado chofer se hallaba en una calle del Vedado, sacando un gato del maletero de su carro. En eso, pasó la caravana real y los guardias pensaron que el hombre estaba sacando un arma. Siete AK-47 lo convirtieron en un colador sangriento. En otra ocasión, al pasar la caravana, unos niños jugaban sobre un árbol. Los escoltas vieron el “amenazante” movimiento del follaje y los tumbaron a todos como a pajaritos. Nadie pudo ni se atrevió jamás a hacer reclamaciones, nadie fue castigado, nadie recibió compensación alguna. Por ello, cuando el destino me puso delante a Mariela Castro, mi paranoia devino en psicosis. Y es que los Castro no escatiman en seguridad personal. Si la educación de Mariela costó millones –que, como ya he contado, benefició a mi esposa y a unos cientos sus coetáneas-, su seguridad y su modo de vida en general debe haber costado al país muchísimo más. Por ejemplo, en Cuba era voz populis que Mariela acompañaba a su madre, Vilma Espín, a París cada vez que ambas deseaban renovar su ajuar. Unos diez años después de que Leo, mi esposa, se graduara de la Escuela Formadora de Educadoras de Cojímar, donde fuera condiscípula de Mariela Castro, el camino de esta volvió a cruzarse en nuestra vida. Mariela inició entonces una relación sentimental con el hijo de un gran amigo nuestro. Aquel era bailarín de un importante grupo danzario nacional y su aspecto apolíneo le había ganado gran demanda entre el ámbito femenino. Y, quién sino Mariela para conseguir lo mejor de lo mejor. Al parecer, esta lograba todo lo que se proponía pues, en contra, incluso, del imperio de su querida madre, lo llevó a vivir al famosísimo bunker de calle 26 en Nuevo Vedado, residencia de Raúl Castro, uno de los edificios mejor guardados del país. Para el hijo de nuestro amigo, fueron meses de una luna de miel digna de las mil y una noches. Bojeos a Cuba en el “Pájaro Azul”, el yate del mismísimo gran hermano, digo, tío de Mariela; vacaciones en la “humilde” casa del pintor Osvaldo Guayasamín en Quito, Ecuador, etcétera, etcétera. Cierto día, a Mariela se le antojó pasar unos días en casa de sus suegro, nuestro amigo, quien vivía a la sazón en la barriada habanera de Lawton, cuya población no era muy aristocrática, por cierto. Una vez más, los Castro accedieron al capricho de su princesa sin escatimar, claro, en medidas de seguridad. El día anterior a la visita, un operativo de la seguridad del Estado, “recogió” a todos los pobladores del barrio con antecedentes penales o políticos. En Lawton, con una población de unos 30,000 habitantes, ello representaba la detención de un 10-15% de esta, una bicoca de más de 3000 detenidos. Por su parte, la policía reforzó su patrullaje de la zona, varios carros con apariencia pavorosa circularon lentamente en torno a la cuadra donde vivían nuestros amigo y un helicóptero sobrevoló incansablemente la zona día y noche con su traqueteo de aspas hasta que la visita terminó. De más está decir que mi amigo llamó secretamente a los íntimos, todos desafectos declarados, para que ni nos asomáramos por su casa hasta que su distinguida huésped se marchara. A partir de entonces, preferí que mi amigo me visitara, alejándome de su casa mientras duró el romance en cuestión. Fue entonces que mi madre murió. El hijo de mi amigo tuvo la amabilidad de ir a darme el pésame a la funeraria donde estaban expuestos sus restos. Pero, tuvo la genial idea de llevar a su novia, la mismísima Mariela Castro, a quien por primera e involuntaria vez conocí en persona. No digo que no fuera afable y simpática. No obstante -quizá fuera paranoia o el agotamiento de todo lo sucedido-, entre el gentío de dolientes, no sólo del entierro de mi madre sino de todos los otros seres queridos tendidos en aquella funeraria de barrio, se veían rostros amenazantes que echaban miradas sobrecogedoras a todo el que se le acercara a la princesa, sobre todo a mí, a quien se habían acercado la pareja a darme su pésame. Al terminar la visita de cortesía, coincidentemente, varios autos de aspecto siniestro abandonaron la funeraria. Así, que quedé más agradecido de que se fueran que de que hubieran venido. De más está decir que nuestros amigos, los suegros de Mariela, fueron “amablemente” atendidos por la seguridad personal de los Castro hasta que su hijo decidió “desertar” durante una gira a Europa, cayendo entonces, en completa desgracia. Por suerte, para mi tranquilidad y seguridad personal, nunca más hube de encontrarme con tan encumbrada persona.

Monday, September 7, 2009

MARIELA CASTRO Y YO (PRIMERA PARTE)


Mis relaciones con la hija de Raúl Castro, Mariela, han sido indirectas pero muy ilustrativas.
Leo, mi esposa, fue una de las muchachas privilegiadas que ingresó en la flamante Escuela Formadora de Educadoras de Círculos Infantiles de Cojímar en 1976. En aquella época de la sovietización galopante del país, la inauguración de nuevas escuelas y hospitales era algo cotidiano. Era la fachada, el sistema Potemkin para halagar a una población ya mayormente decepcionada de las promesas revolucionarias de los sesenta y por la completa entrega del país al imperio ruso. Sin embargo, la escuela en cuestión era particularmente especial. Parecía una institución no ya propia de los países más avanzados, sino, literalmente, de ciencia ficción. Estaba diseñada como un adelanto de la futurísima utopía comunista. Contaba con un gran complejo de edificios e instalaciones deportivas construidos en la más bella zona costera del este de la Habana, con los mejores profesores del país en todas las ramas científicas, humanistas y pedagógicas; laboratorios de ensueño; con las mejores condiciones de vida y una magnífica alimentación servida con el más refinado protocolo para educar a las muchachas en los mejores maneras, etcétera, etcétera. A diferencia del resto de estas instituciones dedicadas a propagandizar las bondades del socialismo, cuyo funcionamiento óptimo, si es apropiado este adjetivo, era bien efímero, esta escuela funcionó impecablemente todo un curso, cuatro años completos. Ello nunca se debió a que el socialismo –sobre todo el cubano- fuera capaz de funcionar en algunas esferas, por muy reducidas que fueran, sino a que esta escuela era directa y diariamente supervisada por Vilma Espín, la ya difunta esposa de Raúl Castro, sí, el hermano menor de Fidel. Y esto no era un algún experimento social específico ni nada por el estilo. Ello se debía a que esta escuela fue diseñada y construida con el exclusivo propósito de educar a su hija, Mariela Castro. Esta, como era lógico, no era interna como el resto de sus compañeritas, sino que era traída y llevada de regreso a su casa en un vehículo oficial con guardaespaldas y todo. De más está decir que todos los trabajadores y alumnos eran periódicamente investigados por la seguridad del Estado y que, entre estos, había un buen número de agentes secretos que creaban varias barreras concéntricas en torno a la princesa de los Castro. Es cierto que, gracias al capricho del destino y de los Castro, mi esposa y sus compañeras fueron beneficiadas con la mejor educación media superior que se hubiera imaginado en Cuba y en muchos países. Sin embargo, a todas las muchachas que lograron ser aceptadas en esta escuela, les habían prometido que, una vez graduadas, podrían continuar sus estudios en la casi prohibitiva Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana, cuya matrícula era especialmente selectiva. No obstante, al graduarse, esta posibilidad les fue negada, excepto, claro, a la heredera dilecta de los Castro. Un cuarto de siglo más tarde, para darle colofón a su carrera de privilegios, en el 2005, la familia Castro fundó el Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX), desde donde Mariela se construyó un prestigio políticamente correcto en defensa de los homosexuales, rodeándose de un halo de humanismo “aperturista” y democrático. Ahora bien, volviendo atrás y como era de esperar, una vez que Mariela se graduó, la Escuela Formadora de Educadoras de Círculos Infantiles perdió todos sus privilegios hasta que, en pocos años, la desahuciaron de su glamoroso complejo de Cojímar a una modesta ala de la Escuela Formadora de Maestros de la calle Vento, al sur de la Habana donde languideció hasta desaparecer durante los años del llamado “período especial”.

Wednesday, September 2, 2009

Un 1984 eterno sin año nuevo (Continuación II)


Ni las personas más tranquilas y decentes están a salvo en 1984. Recuerdo a Adrián en aquella escuela bilingüe de mi barrio que ostentaba el altisonante nombre de Cambridge School. Entonces, nadie se imaginaba lo que nos deparaba un futuro no tan lejano. Mientras que todos los muchachos empleábamos la menor oportunidad que nos daba la estricta disciplina escolar para el retozo y las maldades, Adrián Vilardebó se dedicaba a hacer las tareas en sus pulcras libretas forradas con papel color ladrillo. Era el paradigma de “abelardito”*. Cuando el resto de los muchachos terminábamos todas las tardes con el uniforme de la escuela hecho un desastre (o nos dejaban haciendo líneas de castigo), Adrián regresaba a su casa peinado y con el uniforme impoluto. Una década después, gracias y a pesar de la revolución, como estaba escrito para él, fue primer expediente de la escuela veterinaria. Automáticamente, aunque no era ni de la juventud ni el partido, por su aplicación, le fue asignada la más alta tarea de la época en su especialidad: ser el veterinario de Rosafé Signet****, aquel famoso toro semental comprado personalmente por el Comandante en Jefe en cientos de miles de dólares a Canadá para "mejorar” la raza del ganado cubano. Este ya había sido recontramejorado durante los cuatro siglos anteriores, desarrollando una resistencia y una adaptabilidad inigualable a las condiciones naturales de la Isla pero, no inmune a la ineficiencia de la agricultura comunista, había sido reducido ostensiblemente. Así que, Rosafé era la gran esperanza con tarros de la economía socialista. Pero este no tenía la resistencia ni la adaptación del ganado cubano. Debía estar en aire acondicionado, con una alimentación y un trato muy especial para extraerle su valiosísimo semen. Sin embargo, para los administradores de la granja, veteranos barbudos de la Sierra, un toro era un toro como otro cualquiera y no había que estar cuidándolo tanto. Así, desoyeron todos los consejos y las prescripciones que les daba Adrián y Rosafé, finalmente, se enfermó y murió. La administración de la granja -a la cual le pondrían el nombre del toro-mártir-, para escapar a la ira de Zeus, acusará a Adrián -cuyo padre acostumbraba a hablar mal del gobierno en la bodega de la esquina de su casa- de sabotaje contrarrevolucionario, planificado directamente por la CIA. Sin la menor prueba y más inocente que un recién nacido, Adrián cumplirá 5 años de prisión y pasará cierta temporada bajo tratamiento psiquiátrico. Al salir de prisión, despojado de su título de veterinario, Adrián cayó bajo la bota del jefe de sector de la policía quien lo amenazó con meterlo de nuevo preso si se atrevía a curar al más zarrapastroso de los gatos callejeros. Aún así, en el ministerio de salud pública, se consiguió un trabajito en la vacunación de los perros contra la rabia, en el cual vegetará el resto de su vida. Pero, aquí no termina el cuento. Parte de las desgracias de Adrián es su inteligencia y sus conocimientos enciclopédicos. Conoce la historia de Cuba y todos sus personajes vivos y muertos a niveles del detalle más minucioso. Así, dedicó sus largos años de ostracismo a escribir un enorme libro sobre el Cementerio de Colón, en el volcó sus aplastantes conocimientos en una historia minuciosa de los personajes, familias e instituciones con panteones en el mismo. Su otra desgracia es su ingenuidad que lo llevó, al terminar su obra maestra, con su enorme manuscrito, al Instituto del Libro. Allí, los censores detectaron datos y relatos que no se correspondían con la visión de la historia cubana propalada por la propaganda castrista. Le aconsejaron, entonces, muy amablemente, que eliminara ciertos pasajes y cambiara otros. Este no aceptó y, sin muchos miramientos, la seguridad del Estado le invadió la casa, le secuestró todos sus papeles y, tras enseñarle los instrumentos de tortura como a Galileo, le prohibió de por vida acercarse al Cementerio de Colón a menos de 500 metros. Aún así, incluso bajo amenaza, él y sus padres se negaron a irse por el Mariel en el 80. Hoy día, muertos sus padres y sin familia, Adrián anda por las calles de Santos Suárez, sucio como un vagabundo, vacunando sus perros y completamente psicótico, mirando hacia atrás, perseguido por todos los demonios del comunismo.
______________________
*Abelardito: así llaman en Cuba a los estudiantes extremadamente aplicados.