Ahí está, no importa si el programa televisivo fue grabado, editado y trabajado con los más refinados efectos especiales.
Menos importa si habló de asuntos totalmente intrascendentes y torcidos, dando, como de costumbre, la visión alternativa y contestataria a la versión mediática internacional de los acontecimientos.
Su sola aparición opacó la recién concluida Copa mundial de fútbol -escamoteándo la victoria española-, el derrame de petróleo y el desastre ecológico, los atentados de Uganda, las guerras de Iraq y Afganistán, la crisis económica, el derretimiento de Grecia, España y Portugal, el canje de espías rusos, el desenmascaramiento de Ingrid Betancourt, la muerte de Olga Guillot, la deportación de los presos políticos cubanos y muchas cosas más.
Apocalíptico, como de costumbre, en vez de hablar de cualquier cuestión relacionada con la Isla, Fidel Castro, en su sorpresiva aparición pública, se dedicó a balbucear sobre una hipotética guerra de Estados Unidos con Corea de Norte e Irán, adoptando los insostenibles puntos de vistas de estos.
A despecho de su senilidad, su rara camisa a cuadros –más parecida a un pijama-, su abrigo invernal en pleno verano, los muebles imposibles para los estudios de la televisión cubana.
Su presencia demuestra el fraude del "traspaso de poderes" a Raúl -declarado por su gran hermano como un perfecto inútil a los curas del colegio Belén- y significa una bofetada en pleno rostro a todos los "profetas" que auguraron que Raúl Castro era el posible portador del cambio, la negociación, la apertura y todas las sandeces que pueden ocurrírseles a todos los que hablan con desconociendo absoluto del tema cubano.
Fidel Castro sigue al mando y cada una de las cosas que ocurren en la Isla y fuera de ella que estén en relación con la misma, continúan controladas por él. Su decrepitud se refleja en la ruina del país, su debilitamiento en el estancamiento herrumbroso de su economía, la desintegración de sus instituciones, la inmovilidad de su vida social y su política exterior, y hasta la declinación del exilio cubano.
La Isla, convertida en país se zombies, se ha limitado a succionar, como su anciano amo en su lecho de muerte, el escaso subsidio que Venezuela, Brasil, Rusia, China, España y hasta Estados Unidos le suministran en pequeñas dosis para que agonice pero sin que termine sus miserias.
Fidel jamás permitió que nadie tuviera el más microscópica capacidad de decisión en Cuba. Sus ministros, sus jefes militares, sus ideólogos, sus policías mayores son sólo sus secretarios personales y sus edecanes en cada uno de los aspectos de su desastroso gobierno. Él ha sido y aún es quién tiene la primera y la última palabra en todo, y todas las intermedias porque, jamás, ha permitido a nadie emitir una opinión distinta a la suya ni mucho menos oponérsele.
Ahora, que el Comandante en jefe carece de la energía y la imagen que, medios internacionales mediantes, lo convirtieron en una figura de talla mundial, hace un inteligente mutis para continuar dirigiendo al vertedero en que ha convertido su isla personal a través de ese muñeco de ventrílocuo que es su hermano menor.
Raúl Castro, que ahora aparentemente"ejerce" el poder en la Isla, jamás tuvo libertad de acción alguna. En su juventúd, se limitó a seguir a su hermano mayor como perro faldero.
En los inicios de su carrera política, con la vista larga que siempre ha demostrado, Fidel Castro sabía que era demasiado temprano y riesgoso para sus objetivos codearse con los comunistas. Sin embargo, tampoco podía desvincularse a los mismos. Por ello, le ordenó a Raúl que ingresara en la Juventud socialista, -brazo juvenil del PSP (partido Socialista Popular), eufemismo con que se autodenominaba el Partido comunista cubano de entonces- y hasta lo envió al Festival de la Juventud y los Estudiantes inmeditatamente antes del asalto al cuartel Moncada en julio de 1953.
Durante la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, Fidel dislocó la columna de Raúl en el traspatio de la propiedad paterna para que sirviera de puerta trasera por donde entrarían los comunistas en el momento adecuado. Eso mismo hicieron después del fracaso de la huelga de abril y, por tanto, del movimiento alternativo al liderazgo del comandante en jefe en la lucha contra la dictadura de Batista.
En octubre de 1959, desaparecida la incómoda figura de Camilo Cienfuegos y encarcelados algunos comandantes de la Sierra desleales, Fidel puso a Raúl, simultáneamente, al frente del ministerio y la jefatura de las Fuerzas Armadas, violando la ley fundamental de 1959 como sucedáneo de la Constitución de la República, para también abrirle la puerta a comunistas y soviéticos.
Es absolutamente increíble que Fidel Castro dejara el ejército rebelde, la institución más importante para la preservación del su poder, en manos de su inútil hermanito.
Todos los "logros" (algunos reales, la mayoría ficticios) de Raúl -general que jamás pasó academia alguna ni partipó en ninguna batalla, excepto para salir corriendo- frente a las Fuerzas Armadas fueron exclusivamente siguiendo las detalladas órdenes de su gran hermano.
La "lucha contra bandidos", Bahía de cochinos, la crisis de los misiles, las guerras de Argelia, Angola, Etiopía, el Yemen y todas en las que estuvieron involucrados los cubanos, los experimentos económicos, el apresamiento y proceso del General Ochoa y sus secuaces, todo, absolutamente todo fue ordenado y dirigido personalemente por Fidel Castro.
Raúl sólo ha fungido de antifaz para aquellas acciones que Fidel Castro ha cosiderado que pudieran lesionar su imagen política.
El verdadera papel de Raúl ha consistido en "sustituir" al comandante en jefe en situaciones insignificantes o, sobre todo, en las más comprometedoras para la imagen "incorruptible" e "intransigente" de su hermano. Así, asumió el papel de gran represor, persiguiendo, encarcelando, torturando y fusilando a miles de personas, aunque fuera Fidel quien, en realidad, tenía el poder sobre la vida o la muerte, la libertad o la prisión de cada reo.
En 1989, Raúl fingió ser el acusador principal del general Ochoa y, en el 2001, le ofreció a los militares norteamericanos en la base de Guantánamo -que tantas veces Fidel había reclamado como usurpada por el enemigo del norte- toda la cooperación para evitar la fuga de cualquier prisionero islámico. Fidel sabía muy bien que ambas cosas redundarían en detrimento de su prestigio, por ello encomendó a su hermanito a encargarse de dar la cara en los trabajos sucios.
Raúl jamás se atrevió a tomar decisión propia alguna, por ello, apareció tan escasamente en público desde el comienzo de la enfermedad de Fidel e, incluso cuando pretendidamente "asumió" la presidencia de la república. Es posible que su hermano fuera incapaz de darle las órdenes correspondientes y él, carente de toda iniciativa, fuera incapaz o tuviera miedo de tomar decisiones. También es probable que Fidel le haya prohibido abrir la boca durante los momentos en que se encontrara totalmente incapacidado.
Ha sido Fidel, desde su lecho de enfermo, quien ha ordenado la sustitución y destitución sistemática del "relevo generacional" (Lage, Pérez Roque y comparsa) por "combatientes históricos" sacados del retiro, la "Primavera negra" y las "negociaciones" con la Iglesia y el gobierno español para deportar a algunos prisioneros políticos a cambio de la supresión de la "Posición común" europea.
No ha sido Raúl sino siguiendo instrucciones precisas de Fidel quien se ha ofrecido a realizar conversaciones con el gobierno de los Estados Unidos.
Ahora, al cabo de tanto tiempo que ya nadie ni se preguntaba si estaba vivo o muerto o si había sido un fantasma de un pasado que nadie queria recordar, aparece hablando lo que le viene en gana para subrayar que sigue ahí, con todo bajo control, a pesar de que hace veinte años terminó la guerra fría que le dio presencia internacional y que la inmensa mayoría de sus compañeros de ruta, tanto nacionales como internacionales, amigos y enemigos, han desaparecido hasta de la historia.
Sí, aunque diezmado el cuerpo y el espíritu, ha salido victorioso contra el tiempo. la edad y la enfermedad, ante los Estados Unidos, la Unión Soviética y la Unión Europea, los gobiernos latinoamericanos y los africanos, en la guerra fría como en la guerra contra el terrorismo.
Ya así, ha salido incólume ante todas las acusaciones de tirano, asesino y torturador, de narcotraficante, traficante de armas y tráfico humano -que incluye desde inmigrantes, pasando por prostitutas hasta órganos y el plasma sanguíneo de las donaciones voluntarias del pueblo-, de jefe internacional del terrorismo y de guerrilleros en tres continentes, de haber provocado destrucción, muerte y sufrimiento a diestra y siniestra.
Nada ha sido capaz de empañar su imagen con que tanto celo han cultivado durante cincuenta años los medios internacionales, los movimientos izquierdistas, los gobiernos de América Latinaa y Europa y los intelectuales sin el menor ápice de responsabilidad social.
Un compatriota, entre en broma y confundido, me decía que, en verdad, a pesar de haber devastado la Isla y desintegrado la nación que lo vieron nacer, a veces no sabía si odiarlo o admirarlo.
excelente mi amigo... limpio, transparente y revelador. coincido contigo en la verdadera causa de 'la aparición'... como una secuencia bíblica muy bien premeditada...
ReplyDeleteGracias, Rober, mi hermano...
ReplyDeleteEs cierto, Octavio, se ve en las calles: La gente aquí quiere a Fidel. La gente aquí necesita a Fidel. La gente aquí odia a Fidel. La gente aquí no puede vivir sin Fidel, porque no puede vivir con Fidel. La gente aquí se muere por Fidel, muere por Fidel. Porque Fidel es... Fidel. La gente aquí no soporta a Raúl... Por eso Fidel, tuvo que resurgir de sus cenizas. Todo estaba previsto. A lo mejor ahora el que se muere de verdad es Raúl
ReplyDeleteTomás Urquiza desde la Habana