Thursday, October 22, 2009

EL TERCER “CHE” (PRIMERA PARTE)



La primera vez que ascendí la escalinata de la Universidad de la Habana tendría como diez años. No era un niño prodigio sino que iba acompañando a mi madre, quien había matriculado en la recién inaugurada carrera de administración pública. Allí, coincidió con varios amigos, antiguos colaboradores, como ella, del 26 de Julio y del Directorio Revolucionario, quienes habían acudido al llamado del “Che” Guevara de formarse como cuadros administrativos. Inspirada por la mística revolucionaria de aquella remota época, mi madre había comenzado a trabajar como jefa de despacho de uno de los directores de una de las flamantes “empresas consolidadas”. Estas habían sido fundadas por el Che desde que fue designado como ministro de industrias para articular el monopolio estatal de la economía tras las confiscaciones masivas que se sucedieron a principios de los sesenta. Gracias a la “magia” administrativa de Ernesto Guevara, todo en Cuba había sido rebautizado con siglas precedidas de las letras ECO, que no tenía nada de ecológico, sino que era la abreviación de “empresa consolidada”. Así, nacieron engendros tales como ECOGÁS (empresa consolidada de gas líquido), ECOLAC (empresa consolidada de productos lácteos), ECOTRAN (empresa consolidada de transporte) y una infinidad de otras, que muy pronto se ganarán la mofa del pueblo. Sin embargo, detrás de todo ello se hallaba una profunda lucha por el poder que terminaría con la destrucción de la economía nacional.


Cierta madrugada de 1959, un intenso tiroteo estremeció los alrededores de la Ciudad Deportiva. Al comandante Pilón, uno de los “héroes” de la Sierra Maestra, con la mente obnubilada por el alcohol y la marihuana, se le había ocurrido bañarse desnudo con varias mujeres en la céntrica Fuente Luminosa . Al personarse la policía (la revolucionaria, no la otra), y pedirle al jefe guerrillero que se comportara, este respondió con el pesado fuego de todo el arsenal que llevaba en su automóvil. A los conquistadores de la Habana, no se les podía dar órdenes. Esta era la otra cara de la revolución que no era tan sonriente para los propios revolucionarios. Ya en aquella época, los oficiales del Ejército Rebelde de origen campesino y lumpen proletario monopolizaron la mayoría de los cargos en los órganos del Estado y el ejército. Estos habían llegado a la Habana en son de invasores y parecía como si quisieran sumir el país en el desbarajuste total, apoyados en los comunistas y en una gran masa de elementos oportunistas que no habían participado en la lucha contra Batista pero que buscaban escalar en el nuevo gobierno a como diera lugar. Los privilegios, los excesos y la corrupción de esta incipiente clase burocrático militar eran ácidamente criticados por antiguos combatientes del movimiento 26 de Julio en las ciudades, del Directorio Revolucionario, de los partidos auténtico y ortodoxo, y muchos guerrilleros de la Sierra Maestra de la clase media urbana. Estos habían sido sistemáticamente segregados de las estructuras del nuevo estado revolucionario y no pocos se habían pasado a las filas de la oposición política.


Al parecer, Ernesto “Che” Guevara se había forjado su propia agenda política desde su promoción a la cúpula del mando guerrillero en la Sierra Maestra. Con su carisma porteño e intransigencia autoritaria, había ascendido meteóricamente al liderazgo revolucionario. Su extremismo izquierdista había sido el arma con que había logrado desplazar e incluso enterrar a no pocos competidores políticos. Durante la guerra contra el ejército de Fulgencio Batista, varios “mártires” revolucionarios que disentían de su radicalismo no perecieron precisamente en combate ni asesinados por los “esbirros” batistianos. Tampoco, muchos de los catalogados como tales y fusilados en los fosos de la Fortaleza de la Cabaña, nada tuvieron que ver con la dictadura, todo lo contrario. A pesar de ser uno de los colaboradores más íntimos de Fidel Castro, nunca estuvo dispuesto a la subordinación absoluta a este, tal como el comandante en jefe esperaba de todos sus compañeros. Parece ser que el Che encontró entre todos los elementos revolucionarios desplazados por los acólitos de Fidel Castro la base social para su liderazgo político alternativo. Así, comenzó a aglutinar a la mayoría de estos revolucionarios resentidos en las nuevas empresas del ministerio de industrias bajo su comando. Desde aquí, Guevara comenzó a construir una especie de gobierno paralelo al de Fidel Castro, quien, apoyado en su nueva clase burocrático militar y los comunistas, había convertido al país en el reino de sus arbitrariedades. Semejante gobierno alternativo era un Frankenstein construido con muchos modelos prácticos y teóricos de dudosa aplicabilidad, como el sistema yugoslavo y ciertas ideas de Trotski y de la frustrada NEP leninista, alejados tanto del modelo postestalinista soviético, que tanto detestaba el Che (como ya dije en el comentario anterior), como de la anarquía a la que había arrastrado al país la dirección de Fidel Castro. No obstante, era un intento por evitar que la economía se desarticulara completamente debido a los arbitrarios experimentos en que Fidel Castro había ya sumido la agricultura y otras áreas de los servicios. A estos, igualmente, el Che intentó extender su autoridad, desafiando la del comandante en jefe. Para ello, el Che, quien no era ni remotamente economista, intentó crear un sistema de control económico del cual no tenía la más remota idea de cómo funcionaría. En tal sentido, tuvo al menos el buen tino de crear un equipo de asesores y funcionarios de experiencia (muchos de los cuales eran antiguos propietarios y empresarios que habían permanecido fieles a la revolución incluso después de la confiscación de sus propiedades), apoyado en un grupo de cuadros jóvenes de la universidad como mi madre y hasta un sistema de inteligencia secreta que intentaba tomarle el pulso no sólo a su nuevo sistema económico sino también a su impacto en la opinión popular, amén de controlar los pasos de sus competidores políticos. En realidad, el objetivo último del Che era apropiarse del control total de la actividad económica nacional, escatimándole el poder a su antiguo ídolo, Fidel Castro. Pero, este era un enemigo peligroso y no le iba a permitir semejante atrevimiento ni a su más cercano colaborador. Y mi madre sería pronto una de los muchos perjudicados por este choque de intereses. (Continuará)

3 comments:

  1. Frankestein era el nombre del creador, no del creado.

    ReplyDelete
  2. En la lista, casi irrepetible, de las empresas consolidadas creadas por el "Chef Cuchara":

    ECODICEMARAM (Empresa Consolidada de Cervezas, Maltas, Refrescos y Aguas Minerales.

    ReplyDelete
  3. octavio que guardadito estos apuntes esenciales para descubrir al argentino hombre.
    muy necesarios a los apologistas de la "figura heroica" que abarrotan aun este mundo. Y ni hablar de los de la isla que aun claman por una justicia guevarista sin realmente conocer las intringulis que habia en este contradictorio personaje del CC
    (Clan Castro). Saca rapido la sgte.

    ReplyDelete